domingo, 9 de mayo de 2010

Stirling / km 1473

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El castillo de Stirling

Stirling es una ciudad de la Escocia central, encaramada en un promontorio rocoso y bañada por el río Forth. Su historia está relacionada con la de su importante castillo que fue residencia real escocesa durante varios años.

Stirling se convirtió en residencia real con el advenimiento de los Estuardos y alcanzó su época dorada bajo Jacobo IV, un verdadero príncipe renacentista.
Jacobo V fue coronado aquí, al igual que su hija, Mary Queen of Scots. Aquí, en la capilla real, se bautizó, también, su hijo, el futuro Jacobo VI de Escocia y I de Inglaterra, siendo precisamente con la marcha de Jacobo cuando Stirling perdió su estatus real.

En Stirling debe visitarse su castillo que, como hemos visto, fue palacio real y en cuyas proximidades se desarrollaron numerosas batallas. Además del castillo, es muy bonita toda la parte alta de la ciudad y, en especial, la iglesia de Holy Rood en la cual fue coronado el infante Jacobo VI en 1567, con John Knox leyendo el sermón.

Cerca está, también la casa de Lord Darnley, que nos introduce en la vida de María Estuardo.

Farola en Stirling. Foto: José Cerdeira

Enrique VIII de Inglaterra tenía un hermano, Jacobo, que reinó en Escocia con el nombre de Jacobo IV. El hijo de éste, Jacobo V, casado con la francesa María de Guisa (también llamada de Lorena), fue el padre de la gran María Estuardo.

La historia de María, Queen of Scots, no es la simple historia de un monarca más, si no un intenso drama que se desarrolla entre las casa reales de Escocia, Francia e Inglaterra a mitad del siglo XVI: historias de amor, de intrigas y de misterios que acompañaron los siete años del reinado de María.

María hereda la corona de Escocia, por muerte de su padre, cuando solo tenía una semana de vida. Desde ese momento, y con los enfrentamientos religiosos como trasfondo político, las principales cortes europeas, pero en especial la francesa y la inglesa, intentan influir en la educación de la joven reina.

Enrique VIII manda una fuerza a Escocia pretendiendo llevarse a María para que reciba una educación apropiada en Inglaterra. Los escoceses se dividen: los reformistas, con Knox a la cabeza, apoyan a Inglaterra, los católicos, con la ayuda de Francia, intentan defenderse. Escocia está sumida en una guerra civil. El ejército expedicionario inglés arrasa todo lo que encuentra y llega hasta Edimburgo. Pero los franceses, presionando desde la propia Francia, consiguen, después de la muerte de Enrique, que los ingleses se retiren de Escocia.

El precio a pagar por la ayuda francesa fue la educación de la joven reina. María fue llevada a Francia: tenía seis años.

Mientras duró esta situación, las políticas exteriores de Francia y Escocia marcharon unidas. María acaba casándose con el delfín de Francia y, al año siguiente, se convierte en reina al acceder su marido a la corona con el nombre de Francisco II.

María, una reina sin reino

No duró la dicha. Un año más y María se queda viuda y sin un descendiente que pudiera heredar el trono dejado vacante. Aislada en Francia, debió volver a Escocia en donde su madre también acababa de morir.

Isabel I, nueva dueña de Inglaterra, todavía intentó capturar a la reina de los escoceses antes de que ésta llegara a su patria, pero una niebla espesa permitió que el barco con la comitiva real no fuera detectado. Claro que, en la vieja Caledonia, continuaban las luchas fraticidas entre los distintos frentes religiosos...

Y María las complicó aun más. Ella era muy alta, todos los hombres le resultaban bajos, así que..., en cuanto vio a Lord Darnley, delgado, pálido, ojos negros, uno noventa de estatura, se enamoró de él. Un mes más tarde se casaban.

Las bodas debieron ser fastuosas. John Knox multiplicaba sus sermones en Stirling, en donde había sido la boda, criticando los excesos de una celebración que duró tres días...

Pero a María, el amor por Darnley le duró poco. Sus horas de ocio las pasaba con un asesor y músico de cámara italiano llamado David Riccio, del que Darnley debía sospechar algo, aunque probablemente sin razón, pues, el pobre Ricio, era jorobado y sin ningún tipo de atractivo físico conocido.

La cosa acabó mal. Entre el marido celoso y algunos partidarios suyos asesinaron al pobre Riccio, dándole numerosas cuchilladas delante de la propia reina y, cosas de la vida, como donde las dan las toman, Darnley acabó, también, asesinado. Nunca se supo quien lo hizo... pero, como a rey muerto rey puesto, María aprovechó para casarse de inmediato con el Conde Bothwell, esta vez por el rito reformado.

Máscara mortuoria de María conservada en el Lennoxlove Castle

¿Y los católicos? Cabreados. ¿Y los reformistas? Como siempre, contra ella. No le quedaban apoyos. Hubo de dimitir en favor de su pequeño hijo (Jacobo VI) pidiendo ayuda a su prima Isabel, reina de Inglaterra, con la vana esperanza de recuperar su trono. Pero no conocía a Isabel...

Diecinueve años más tarde moría ejecutada en la Torre de Londres. Todo ese tiempo lo pasó prisionera de su querida prima, entre conspiración y conspiración...

Escocia en todo su espledor. Foto: José Cerdeira

Desde Stirling, seguimos hasta Callander, a la puerta de los Trossachs. Este precioso parque, con sus numerosos lagos como el Venachar, Katrine, Drunkie, Ard, etc. disfruta de una justa fama, fama que nosotros a penas disfrutamos, dado lo brumoso del día y lo cerrada de la vegetación que se aunaban para impedir una visión adecuada. Así que continuamos hasta Tarbet, a orillas del Loch Lomond donde dormimos.
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P.S.: En el "post" anterior, cuando nombrábamos a algunos escoceses famosos, nos olvidamos de uno muy importante cuyo nombre, Robert Stirling, concuerda con la ciudad que visitamos hoy. Robert Stirling es un nombre de la máxima actualidad porque inventó un motor (http://en.wikipedia.org/wiki/Stirling_engine ) que se adapta como anillo al dedo a la utilización de las nuevas energías alternativas.

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