lunes, 10 de agosto de 2009

De camino

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La carretera hacia Salisbury es buena. A estas horas de la mañana, el sol se deja ver entre las nubes alargando enormemente las sombras de las ovejas que pacen tranquilamente sin saber quien fue la reina virgen. Las notas que siguen son de Mariló:

Isabel I de Inglaterra era hija de Enrique VIII y de su segunda esposa Ana Bolena. Nació en Greenwich en 1533 y sólo tres años más tarde se quedó huérfana al ser decapitada su madre por deseo de Enrique. Heredó el trono de su hermana María, llamada la sanguinaria (Bloody Mary) quién había intentado reinstaurar la obediencia al Papa. Ciertamente, Isabel fue igual de sanguinaria que su hermana, aunque de signo contrario, al perseguir a los católicos y a todos los que se oponían a la Iglesia Anglicana. Entre otros hizo ejecutar a María Estuardo, reina de Escocia, después de mantenerla diecinueve años encerrada.
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 Walter Raleigh (en el grabado) fue uno de sus favoritos. Una vez la reina le encontró fumando y le desafió diciendo:

- A pesar de tu capacidad e inteligencia, nunca serías capaz de pesar el humo que sale de tu pipa.

Raleigh contestó que sí podía, y apostó con la reina una fuerte cantidad de dinero. Consiguió el peso del humo por diferencia entre el peso del tabaco y el de sus cenizas por lo que ganó la apuesta. Isabel, en el momento de pagar la deuda, le dijo:

- Conocía gente que convertía el dinero en humo pero tu eres el primero que convierte el humo en dinero.

Isabel fue sin duda una gran reina, aunque los españoles no tengamos de ella un recuerdo especialmente grato (ya hemos hablado de su querido Sir Francis Drake y de nuestra desgraciada Armada Invencible).

De pequeña, Isabel, era de las que dudaba entre lavarse las manos o ponerse los guantes. Sin embargo de mayor, parece que se enmendó. Dice una crónica de la época que se lavaba todos los meses, incluso aunque no lo necesitara.

La crónica no nos habla, en cambio, de si, a la hora de cambiarse de camisa, se asemejaba a su homónima española.

- A lo mejor llevaba cota de malla y no se ensuciaba -comenta Fernando.
- Ya sería menos porque, al menos una vez, creo que se cayó en un charco -apostilla Pablo.
- Ah, ¿no os lo creéis? Pues sabed que, todavía ahora, la legislación de muchos estados americanos conserva cosas curiosísimas sobre asuntos relacionados con el baño. Por ejemplo, según he leído en Speak up, en la legislación de Barre (Vermont) hay un artículo que obliga a sus ciudadanos a bañarse todos los sábados por la noche (...fever or no!) mientras que, en el estado de Kansas, la obligatoriedad es de sólo un baño anual (...whether you need it or not!). Por el contrario, en Morrisville es necesario un permiso especial cada vez que uno desee acceder a tal privilegio y, en Topeka, la instalación de bañeras es ilegal. Así que, ¿estaréis de acuerdo en que sobre baños no hay nada escrito.

- ¿A eso llamas tú nada?
- Bueno, continuemos con las notas de Mamá y con la Isabelita cuyo reinado, curiosamente, coincide casi totalmente con el de nuestro Felipe II.


Isabel fue llamada, con o sin razón, la Reina Virgen (de donde proviene el nombre de la actual Virginia americana) pues, aunque hubo abundantes proyectos matrimoniales (incluso alguno con Felipe II) ninguno de ellos cuajó. Es posible que su carácter varonil influyera en ello. Por el contrario, su sucesor, Jacobo I (que era hijo de María Estuardo, a quien su antecesora había hecho ejecutar), tenía un carácter más bien débil y afeminado. Se decía que, por error natural, hubo un rey llamado Isabel y una reina llamada Jacobo.

- Papi, eso es un rollo. Cuéntanos algo en que les ganáramos los españoles -Pide Fernando.
- Nosotros les hemos ganado pocas veces, hijo, pero, después de visitar Stonehenge, te voy a contar una historia en la que nosotros hicimos de malvados, ya verás.
- ¡ Eso, eso!

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