sábado, 19 de diciembre de 2009

Windermere / km 1144

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Es la más conocida localidad de vacaciones de la región de los lagos (Lake District) y está situada a orillas del lago del mismo nombre. En el Steam Boat Museum hay una colección de antiguos vapores de la época victoriana y eduardiana muchos de los cuales aún están en condiciones de navegar. De todas formas, la mayor atracción es el propio lago en cuyo centro hay varias pequeñas islas y que puede ser recorrido en los numerosos ferrys que lo surcan.

A nuestra llegada, Windermere nos recibió con un gran atasco en medio de una pesada lluvia. Tardamos más de una hora en encontrar un sitio donde parar y eso a pesar de hacerlo en un sitio no autorizado. Claramente, el número de turistas es superior a la capacidad del propio pueblo.



Continuamos, luego, por la orilla del lago, rodeados por bellos paisajes que, de vez en cuando, se dejan ver a través de la lluvia. Probablemente la belleza del lago aumentaría si hubiéramos disfrutado de un día un poco mejor aunque, también es cierto, que éste es un paisaje para saborear en su salsa que no es otra que la persistente llovizna inglesa.

Para la comida aparcamos en un altozano con una espléndida vista sobre el lago y rodeados por una espesa bruma entre la cual, de vez en cuando, se filtraba algún rayo de sol. Mientras comíamos, aprovechamos para hablar de los parques nacionales Británicos.

En Inglaterra, la densidad de población es muy alta (triple de la de España) y la presión de la propiedad privada no deja lugar a zonas comunales. Además la ley protege fuertemente a los propietarios rurales, siendo el don't trespass norma rigurosa. Es en este entorno en el que nacen los parques nacionales británicos: buscando un refugio para las últimas zonas comunales más que auténticas reservas de flora o fauna. Estamos, por tanto, ante reservas de belleza que pueden ser disfrutadas por el público en general y, dado que ya el paisaje inglés es atractivo de por sí, la belleza e interés paisajístico de estas zonas especiales puede imaginarse.



Estos son los once parques nacionales existentes en Gran bretaña:

El LAKE DISTRICT.- Montañas y lagos, bosques y granjas... Es el mayor de los parques nacionales británicos.
El PEAK DISTRICT.- Profundos valles, blancos picos, largos muros de piedra separando campos... Situado en el centro de Gran Bretaña.
SNOWDONIA.- Amplio macizo montañoso en el norte de Gales rodeando la cima del Snowdom.
DARTMOOR.- Formado por dos amplias mesetas de páramos divididas por el río Dart, es la mayor extensión de campo abierto en el Sur de Inglaterra.
PEMBROKESHIRE COST.- Estrecha franja costera que bordea Cornualles y espectacularmente abrupta y salvaje.
NORTH YORK MOORS.- Parque tranquilo en el condado de York con numerosos restos arquitectónicos en su entorno.
YORKSHIRE DALES.- Bellos valles con amplios pastizales y dedicados fundamentalmente a la agricultura y ganadería.
EXMOOR.- Gran reserva de vida salvaje donde, todavía, pueden verse halcones sobrevolando los altos riscos entre valles profundos con numerosas cascadas.
NORTHUMBERLAND.- Parque cruzado por el Muro de Adriano y pastoreado por grandes rebaños de ovejas "cheviot".
BRECON BEACONS.- Altas montañas de arenisca que rompen el viejo corazón de Gales.
NORFOLK Y SUFFOLK BROADS.- Amplias zonas pantanosas, y en muchos casos con aguas contaminadas, en las que se trabaja para su recuperación.

El número de parques en Escocia es, en cambio, muy reducido. La razón es bien sencilla: En Escocia la presión demográfica es mucho menor y por tanto es menos necesario el disponer de zonas reservadas. Otra razón sería que Escocia es ya de por sí un inmenso parque natural.

En todo caso, los parques están para cuidarlos, se encuentre uno en Gran Bretaña o en cualquier otra parte del mundo, así que no debemos olvidarnos de seguir el "COUNTRY CODE":

Guard against all risk of fire.
Fasten all gates.
Keep dogs under proper control.
Keep to the paths across farmland.
Avoid damaging fences, hedges and walls.
Leave no litter.
Safeguard water supplies.
Protect wildlife, wild plants and trees.
Go carefully on country roads.
Respect de life of fhe countryside.

Y los escoceses, que son gente ahorradora y de no muchas palabras, resumen los anteriores diez mandamientos en uno solo:

Keep Scotland tidy. Throw de rubbish in England.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Lancaster / km 1090

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-La rosa de los Tudor

Antigua ciudad del noroeste de Inglaterra, fundada por los romanos y que durante mucho tiempo fue el puerto más activo en el comercio con América. Se pueden visitar las elegantes Customs House (aduanas) signo de la antigua prosperidad así como el castillo que fue más bien cárcel que refugio.
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Customs House. Lancaster

De todos modos, la importancia de Lancaster es más histórica que artística. Y es que, sus hijos, Enrique IV, Enrique V y Enrique VI se pasaron treinta años guerreando contra la casa de York encarnada por Eduardo IV, Eduardo V y Ricardo III en la famosa guerra de las dos rosas por la herencia real de Eduardo III.

Los lancastrianos (rosa roja) eran descendientes por línea masculina del cuarto hijo de Eduardo mientras que los yorkistas (rosa blanca) lo eran por línea femenina pero del tercero de sus hijos.

El enfrentamiento termina, como es sabido, por la boda entre Enrique VII (de la casa de Lancaster y que pasaría a ser el primer Tudor) con Isabel de York. Enrique VII mantuvo la corona entre los años 1485 y 1509.

El hijo primogénito de Enrique VII, el príncipe Arturo, casó con Catalina de Aragón. Pero al morir Arturo antes de heredar el trono éste pasó a su hermano que reinó con el nombre de Enrique VIII (1509 a 1547). Enrique, que se casó en primeras nupcias con su cuñada Catalina, era un hombre tan inteligente y culto como cruel y despiadado y fue, históricamente, el más importante rey británico.

Enrique no dudó en cometer los más abominables crímenes por razones de estado o personales, redujo al Parlamento a una junta de cortesanos y separó a la iglesia inglesa de la romana convirtiéndose en su jefe y despojándola de sus riquezas.

A Enrique, le sucedió Eduardo VI que reinó únicamente seis años y durante cuyo reinado se sucedieron las luchas por el poder.
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María I Tudor y Felipe II

María I, hija de Enrique y de su primera esposa Catalina de Aragón, y a quién el pueblo había elevado a la máxima dignidad, reinó entre 1553 y 1558, distinguiéndose por su violencia en la represión de la Reforma por lo que pasó a la historia con el nombre de la Sanguinaria.

Le sucedió en el trono su hermanastra, Isabel I, hija de Enrique y de la infortunada Ana Bolena, con un reinado prácticamente coincidente en el tiempo con el del español Felipe II.

Fue ésta una reina igual de sanguinaria que la anterior, distinguiéndose en la persecución de los católicos capitaneados por su prima María Estuardo, reina de Escocia, a la que hizo decapitar después de mantenerla en cautividad durante diecinueve años.

En política exterior luchó contra Felipe II, cuyo imperio naval destruyó, poniendo los cimientos de su propio imperio.

Isabel, la reina virgen, murió sin dejar descendencia, por lo que la sucedió el hijo de María Estuardo, Jacobo I (VI de Escocia quien, por cierto, tenía un amante... pero esa ya es otra historia) instaurando la dinastía de los Estuardos.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Blackpool / km 1023



Es el mayor centro turístico de Gran Bretaña. Se extiende a lo largo de una inmensa marina multicolor de más de diez kilómetros de largo, marcada por sus tres famosos piers y dominada por una espléndida torre de 158 metros de altura construida a imitación de la torre Eiffel de París.

El corazón de Blackpool, la Golden Mile, es lo más animado con sus tres muelles (pier) pero, los ocho kilómetros que van desde Fleetwood al Norte hasta Squires Gate al Sur pueden recorrerse en los clásicos tranvías que aún circulan por el paseo.

En Blackpool no hay nada artístico pero sí mucho en qué divertirse. Ha de tenerse en cuenta que este Benidorm nórdico, aunque con una maravillosa e inmensa playa, no dispone, en general, del clima adecuado para usarla. De ello es fácil deducir que la cantidad y capacidad de las atracciones disponibles a cubierto tiene que ser enorme.
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Comenzaremos por su torre, símbolo de la ciudad y de un tiempo en que se quería emular al París de la gran exposición universal. En sus siete pisos encontramos atracciones tan variadas como:

  • Un sea-world con gran variedad de animales marinos, entre los que cabe destacar las graciosas rayas (a las que pudimos acariciar repetidamente), pequeños tiburones (a los que también pudimos tocar subrepticiamente) y grandes tiburones bajo cuya piscina pudimos pasear a través de un amplio túnel de vidrio.
  • Un museo del futuro (Out of this World), de carácter interactivo con los efectos más variados y curiosos.
  • Un gran salón de baile donde expertas parejas danzaban aires tradicionales acompañados de música en vivo.
  • Un fabuloso parque de aventuras (una jungla) para niños en el que podrían pasar toda una tarde maravillosa.
  • Un circo.
  • Una especie de parque jurásico con reproducción de animales y muchos efectos sonoros de los, todavía hoy, populares dinosaurios.
  • Y, entre algunas otras atracciones más, la propia torre, desde la que hay una vista magnífica.

La entrada a las atracciones de la torre es única (ocho libras) e incluye todas las atracciones salvo, lógicamente, bares y restaurantes.

En el extremo Sur de la milla de oro está un gran parque de atracciones de tipo abierto (la entrada al recinto es gratis, debiendo pagarse las atracciones una a una). Aquí, entre otras muchas atracciones, debe destacarse la gran montaña rusa llamada la Big One y que presume de ser la mayor del mundo. Es dificil estimar su tamaño pero probablemente no exagere si digo que se extiende sobre una longitud de más de quinientos metros de largo y que tiene una bajada como de un décimo piso, casi vertical. ¿Miedo? ¿Quién dijo miedo...?
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- Fernando, ¿qué te parece la montaña rusa?
- Bah..., una tontería. Chupada.
- ¿Y a ti, Pablo?
- Psé..., yo la bajaría con los ojos cerrados.
- Yo sólo inconsciente... ¿Y tú, mami, qué dices?
- Acoj...

Entre los dos puntos señalados cabe, también, reseñar un inmenso parque acuático necesario para que los amantes del agua no se vean forzados a prescindir de ella en los numerosos días de lluvia de la zona.

Hemos citado algunas de las atracciones de Blackpool pero, ha de entenderse que son sólo una pequeña muestra de las existentes ya que, en su conjunto, el resort, como dicen por aquí, está preparado para permitir a sus visitantes pasar quince amenos días sin necesidad de aburrirse (quizá con la pequeña condición de disponer del dinero suficiente).
LLegado el Otoño, a las atracciones tradicionales ha de unirse sus famosas iluminaciones consistentes en la instalación, a modo de farolas, de numeroso muñecos de plástico a los que internamente se les instala la correspondiente luminaria. Estos muñecos son patrocinados por las distintas casas comerciales que compiten entre sí por la captura de la atención de los transeúntes. Famosos son los conocidos McDonald's para los que reservan como media milla de calle.
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En el ranking que sigue se muestran los diez lugares más fotografiados de Inglaterra, y en él puede verse la importancia fotográfica de estas iluminaciones que duran un par de meses:
  • La Torre de Londres.
  • La Catedral de San Pablo.
  • La Torre y las iluminaciones de Blackpool.
  • Bath.
  • El Castillo de Windsor.
  • El Castillo de Warwick.
  • Stonehenge.
  • El palacio y jardines de Hampton Court.
  • El muelle de Brighton.
  • El zoo de Londres.
El abandonar Blackpool nos costó algún que otro problema con los niños, pues no estaban muy de acuerdo, si bien, al final, los convencimos con el peso de nuestros contundentes argumentos del tipo de "nos vamos porque sí" y otros similares.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Chester / km 859

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El camino hasta Chester es corto y cómodo. El aparcamiento fue algo más latoso, pero al final encontramos un parking céntrico, vigilado y hasta barato, al lado del Leisure Centre, justo al principio de lo que era la decumanos romana.

Chester, que es la capital del condado que lleva su nombre, es también uno de los más hermosos conjuntos medievales de Gran Bretaña y, quizá, de toda Europa. Dispone de numerosas casas típicas con entramados de madera muy decorados y de bellas galerías comerciales dobles, una a ras de suelo y la otra al nivel del primer piso, y a lo largo de las calles principales.
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Estas galerías permiten pasear confortablemente en días de lluvia pudiendo ir de compras sin tener que sufrir el húmedo clima británico. También permiten fotografiar cómodamente las decoraciones de las casas de enfrente y a los numerosos artistas aficionados que ocupan las calles.

Las murallas, que aún hoy rodean la ciudad, están construidas sobre los cimientos de la vieja ciudad romana, fundada en el siglo I dC. con el nombre de Deva y en la que asentaron parte de sus legiones. Esta muralla, de tres metros de alta y tres kilómetros de larga, puede ser recorrida en su totalidad.

Durante la edad media la ciudad se convirtió en un importante puerto sobre el río Dee y en sede episcopal, siendo de esta época la mayor parte de sus bellas casas de madera pintadas en negro.
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The Rows es el nombre de las cuatro calles principales que convergen en un mismo punto y que siguen el trazado de las dos vías romanas precedentes (la Kardo y la Decumanos). Aquí se encuentran las casas que presentan un mayor interés artístico.



La ciudad dispone, también, de un pequeño y simpático museo en el que, quien lo desee, puede exponer sus propias colecciones, por otra parte, de los temas más variados y simpáticos. La entrada es gratuita, aunque se pide una ayuda para el mantenimiento del museo, y a nosotros nos pareció una visita recomendable por ser algo distinto de lo que normalmente uno espera de un museo.

Para llegar a Blackpool tomamos la autopista M53 que cruza la bahía de Liverpool (el River Mersey) mediante un túnel de peaje, para seguir luego por las M58, M6 y M55 que debería dejarnos en el centro de la ciudad. Pero era ya bastante tarde así que optamos por meternos en uno de los numerosos campings que rodean Blackpool.

Dado que hemos mencionado los campings, digamos de paso que los campings ingleses están dedicados casi en exclusiva a campistas con caravana o autocaravana, hasta el punto de que muchos de ellos no tienen espacio para tiendas. Por otra parte, el precio suele ser por vehículo, con independencia del número de personas que lo vayan a ocupar y, además, en general son francamente económicos.

martes, 27 de octubre de 2009

Conwy / km 779

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Cuando llegamos a Conwy era ya muy tarde. Buscamos donde pasar la noche pero el parking situado en el puerto, al lado del castillo, prohibía, en términos muy categóricos, el pernoctar en él. Optamos, por tanto, por buscar nuevos puertos en los barrios periféricos y allí, en una zona residencial, pasamos la noche aparcados en una calle con no demasiado ruido.

Por la mañana, aun temprano, regresamos al parking junto al castillo, para lo que tuvimos que cruzar uno de los tres puentes que conectan Conwy con los barrios del Este. La visión del castillo a esas horas de la mañana, iluminado por los dorados rayos de sol que se filtraban entre las nubes, era majestuosa.



El castillo de Conwy es uno de los diecisiete mandados construir por los normandos para someter a los belicosos galeses y, junto con Harlech y Caernarfon, se incluye entre los mejores del país. De su interior solo se conserva intacta una pequeña parte, estando el resto bastante arruinado lo que, curiosamente, contribuye a darle esa imagen romántica que le es característica.

El castillo está adosado a la muralla que rodea todo el pueblo, salvo la parte que mira al mar, y puede recorrerse íntegramente, obteniéndose unas vistas inmejorables de la pequeña ciudad.

Además de las murallas y del castillo, de Conwy se puede destacar una pequeña casa que, según las guías, es la más pequeña de Gran Bretaña. Su superficie es de dos por tres metros cuadrados y para entrar se debe, lógicamente, esperar turno.

La vista desde lo alto del castillo es tan magnífica que aprovechamos para sentarnos un largo rato contemplando las gaviotas a un lado y las altas cumbres de Snowdonia al otro.

Lamentábamos, eso sí, esa increíble línea férrea que cruzando la bahía sobre un puente metálico, se interna en el castillo cruzándolo mediante un túnel. Digamos que no queda fea, pero resulta cuando menos chocante esa mezcla de lo medieval con lo moderno. Pienso que es cosa de hace ciento cincuenta años y que, seguramente, hoy no se hubiera hecho.

Esta vía férrea es objeto de numerosos anécdotas. Se cuenta la de aquel niño que, después de una visita escolar, y al ser preguntado por el maestro, contestó:

- El castillo es muy bonito, pero me parece una estupidez el que fueran a hacerlo precisamente al lado de las vías del tren.
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Wales, Wales.
Home, Sweet home is Wales.
Till life is past,
My love shall last,
My longing, my hiraeth for Wales.

(Himno nacional de Gales: "The land of my Fathers")

sábado, 24 de octubre de 2009

Llanfairpwllgwyngyllgogerychwyrndrobwlllantysiliogogogoch / 735




El estrecho de Menai, que une Gran Bretaña con la isla de Anglesey, está cruzado por dos puentes históricos, el primero de los cuales es obra del propio Telford, el ingeniero que proyectó a principio del siglo XIX la carretera que une Londres con Hollyhead. El segundo es un puente doble que permite el paso de la carretera y del ferrocarril en dos niveles distintos y que fue construido con posterioridad.

Pasaría de las ocho de la tarde/noche cuando nosotros tomamos el segundo de estos puentes para abandonar la mayor de las isla Británicas. Buscamos ávidos un largo, muy largo, indicador de carretera...; tenía que estar nada más cruzar el puente, pero no se veía nada.

- Tal vez han desistido de meter tamaño nombre en un simple indicador de carretera -comenta Mariló.
- Tiene que aparecer, tenemos que fotografiarlo... ¡es a lo único que hemos venido! A lo peor ya lo hemos pasado..., daré la vuelta.
- Creo que sí porque, según el mapa, desde el puente hasta el desvío no hay ni una milla.

Tomé la primera desviación a la izquierda y debí acertar porque inmediatamente aparecieron unas casas que tenían que ser el pueblo buscado. La calle estaba mal iluminada. Ningún indicador nos confirmaba que estuviéramos en el buen camino. Seguí un poco más hasta que encontré a unos niños. Me arrimé lo que pude a la acera, paré y me bajé a preguntar.

- ¡Oye, por favor! ¿Cómo se llama este pueblo?
- Llanfairpwllgwyngyllgogerychwyrndrobwlllantysiliogogogoch -me contestaron a coro, recitando muy despacio.
- ¿Cómo?
- Llanfairpwllgwyngyllgogerychwyrndrobwlllantysiliogogogoch -me contestaron de nuevo y con la misma calma.
- ¿Os importa esperar un momento? Voy a buscar una grabadora.

Subí a la AC y bajé raudo preparado para grabar aquel sonoro nombre del que no entendía ni la primera sílaba. Acerqué la grabadora a los niños y, sin darme tiempo a que les dijera ni una sola palabra, repitieron cantando a coro:

- Llanfairpwllgwyngyllgogerychwyrndrobwlllantysiliogogogoch.
- ¡Qué bonito! ¿Oye, y sabéis dónde hay un letrero que pueda fotografiar?
- Sí. Allí -me dijeron, señalando al luminoso de un concesionario de vehículos Volvo.

Les di las gracias y, bueno, hice lo que pude por fotografiar el letrero. Era muy importante la foto, aunque sea mala, porque, claro, ¿quién, si no, iba a recordar tal nombre?
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Es curioso, no conseguimos encontrar el indicador de carretera con el nombre del pueblo. Incluso llegamos a pensar que posiblemente no existía o que algún cara se lo había llevado entero como recuerdo. Pero no debía ser así porque Pablo, con una sonrisa de oreja a oreja, me enseña la lista de los lugares más fotografiados de Gales. Comencé a leer, mientras su índice señalaba al final de la lista:

Snowdon.
El Castillo de Caernarfon.
El puerto de Tenby.
El Castillo de Conwy.
La abadía de Tintern.
Las Swallow Falls, en Betws-y-Coed.
El Ffestiniog Railway en Porthmadog.
El Castillo de Harlech.
Portmerion.
Llanfairpwllgwyngyllgogerychwyrndrobwlllantysiliogogogoch.

Efectivamente, allí estaba. Sí, supongo que miles de fotógrafos lo habrán fotografiado... pero, de verdad, yo no lo encontré. Así que cruzamos nuevamente el puente, esta vez en dirección hacia Londres y nada más cruzar giramos a la izquierda camino de Conwy.

Eran cerca de las diez de la noche, bastante tarde para los estándares británicos. A pesar de ello, la autopista hacia Conwy llevaba mucho tráfico, especialmente de camiones, pero se circulaba bien.

De camino, escuchamos una y otra vez al coro infantil: Llanfairpwllgw... Sabíamos que llan significa santo y que Tysilio (cerca del final) es un nombre, pero... ¿y todo lo de más? Pablo hubo de repasar de nuevo, uno a uno, los folletos turísticos de Gales hasta que, por fin, apareció. Digamos que ya no parece tan difícil: La iglesia de Santa María de la albufera cercana al nogal blanco junto al rápido torrente de la cueva roja de San Tysilio.
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P.S.: Lo anterior fue escrito hace algún tiempo. Hoy sabemos que Llanfair P.G., con 57 letras, sólo tiene el récor inglés, porque existe uno de 92:



Taumatawhakatangihangakoauauotamateaturipukakapikimaungahoronukupokaiwhenuakitanatahu, que es el nombre maorí para una colina, de 305 metros de altura, cerca de Porangahau, al sur de Waipukurau en el extremo sur de la bahía de Hawke, Nueva Zelanda, y que posee el récord Guinness como el topónimo en uso más largo del mundo (Wikipedia).

lunes, 19 de octubre de 2009

Caernarfon / km 719

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Caernarfon es un pueblo dominado por un impresionante castillo, construido y reconstruido varias veces desde época muy antigua para controlar la parte Sur del estrecho de Menai, frente a la isla de Anglesey. Los romanos mantuvieron aquí una plaza fuerte, pero fueron los príncipes galeses quienes construyeron la primera fortificación en piedra.

Esta fortificación caería en manos normandas, encargando Eduardo I al maestro James of St. George, traído especialmente desde Savoya, la ampliación de la fortaleza. El grandioso castillo, hecho a imitación del de Constantinopla, fue diseñado para ser suministrado por mar al ser imposible el garantizar la seguridad de las rutas terrestres a través de las montañas galesas.

El castillo de Caernarfon sirve de marco para la investidura de los Príncipes de Gales desde la época de Eduardo I en el siglo XIII.



Al parecer, según cuenta una leyenda, Eduardo I, deseoso de congraciarse con los galeses, les prometió que iban a ser gobernados por un príncipe que, habiendo nacido en Gales, fuera de sangre real, no hablara inglés ni francés y con un carácter del que nadie pudiera estar descontento.

Pensaron los galeses que esas condiciones sólo podrían ser cumplidas por algún descendiente de su querido Llewelyn por lo que se sintieron enormemente satisfechos.

En 1248, el rey reunió a todos los nobles galeses ante los que deseaba dar cumplimiento a su promesa, así que dirigiéndose a ellos les presentó al nuevo príncipe: su pequeño hijo que, al ser un bebé, cumplía efectivamente todas las condiciones.

No quedaron muy satisfechos los nobles de lo que consideraron una tomadura de pelo, pero tuvieron que resignarse dado que el pueblo aceptó al pequeño como Príncipe de Gales, instaurándose una tradición que todavía dura.

domingo, 18 de octubre de 2009

Llamberis / km 705

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La subida al puerto de Llamberis permite algunas de las vistas panorámicas más bellas que uno pueda imaginarse. La vista del valle, con el Llyn Llydaw (llyn significa lago) al fondo y las vacas y ovejas pastando verdes alfombras interminables, es una increíble estampa romántica que los incrédulos podrán contemplar en la película Primera Noche en la que aparecerá como estrella Sean Conery (cuando nosotros hacíamos la visita se estaba construyendo un extraño edificio de cartón piedra al borde de un precipicio que, tal vez, en la película aparezca como molino de viento).

La bajada del puerto por el Oeste es igual de espectacular y, realmente, la zona es más adecuada para recorrerla andando que en coche para poder apreciar toda la grandiosidad del paisaje.

El pueblo de Llamberis está situado en la zona baja del valle, al lado del Llyn Padarn. Es un centro de excursiones a las más altas montañas de Gales y, en especial, al Snowdon. Hay un ferrocarril de cremallera que, subiendo 915 metros en menos de ocho kilómetros, llega hasta la cima de la más famosa montaña galesa. El recorrido dura una hora (mientras que a pié es posible subir en tres o cuatro) y las vistas, tanto desde el tren como desde la cima, son soberbias. Cerca del pueblo se pueden visitar, también, la cascada Ceunant Mawr, la más impresionante de Gales, así como hacer un recorrido en el Llanberis Lake Railway por la ribera del Llyn Padarn.

A menos de un kilómetro de distancia se encuentra Dolbadarn Castle, ruinas de uno de los numerosos castillos mandados construir por Llewelyn the Great (sí, el del perro) en su lucha por unificar el principado y defenderse de los ataques de lo normandos (o ingleses que, a los efectos, tanto monta...).

Gales nunca ha sido una nación en el sentido en que lo ha sido, por ejemplo, Escocia. Al igual que sus primos irlandeses, los celtas galeses eran un pueblo rural, de tribus nómadas gobernadas por jefecillos que, normalmente, estaban en guerra con todos sus vecinos. De hecho, Gales nunca tuvo una capital, habiendo de ser elegida Cardiff en 1955.

Los celtas fueron los primeros habitantes conocidos de estas tierras, mucho antes de que llegaran romanos, sajones y normandos. Estos celtas, probablemente provenían del noroeste de España (de Galicia, de donde Breogán partió, en barca de piedra, hacia el lejano Norte), encontrándose rápidamente como en casa ya que Galicia es muy similar a la montañosa y verde Gales. Se dice que, incluso hoy, los galeses se distinguen del resto de sus hermanos británicos por ser más bajos y de piel más oscura.

En la edad media, dos de sus más conocidos jefes lucharon por conseguir la unidad galesa: Llewellyn the Great y Llewellyn the Last. Estuvieron a punto de lograrla y, de hecho, Enrique III llegó a reconocerlos como pueblo, pero su hijo, Eduardo I, no pensó lo mismo y optó por dominarlos mediante la construcción de numerosas plazas fuertes (castillos), muchos de los cuales todavía existen.
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Hoy Gales está perfectamente incorporado en la comunidad británica, aunque conservando sus muchas peculiaridades. El idioma es una de ellas. A pesar de la pujanza del inglés y de que el galés estuvo prohibido durante mucho tiempo, impidiéndose el acceso a los puestos públicos a los que lo hablaran, todavía hoy más de un veinte por ciento de la población lo hablan y más de un cincuenta por ciento lo entienden.

Y, por supuesto, las maravillosas leyendas y canciones populares, están en ese viejo y misterioso idioma tan unido a la forma de ser del pueblo galés.

sábado, 19 de septiembre de 2009

Beddgelert / km 675

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Foto: j.cerdeira

Es, quizá, el pueblo galés más bucólico y encantador. Se encuentra en la confluencia de los ríos Glaslyn y Colwyn y, por supuesto, su principal interés es el paisajístico aunque existe, también, una vieja mina, la Sygun Copper que, en su momento, fue una de las mayores productoras de cobre del mundo. Nosotros, dada la experiencia con las minas de pizarra, no sucumbimos a la publicidad... pero sí escuchamos con interés esta bella leyenda:

"Once upon a time... en un precioso valle cerca de nuestra más sagrada montaña, Snowdon, había un estupendo palacio en el que vivía Llewellyn, príncipe de Gales del Norte. Tenía Llewelyn un perro precioso, maravilloso, fiel llamado Gelert que siempre iba a todas partes con él, siempre a su lado.

Un día, Llewelyn se preparaba para salir de caza y Gelert, por supuesto, pensaba acompañarlo, pero su amo le ordenó que se quedara y vigilara a su pequeño bebé. No le gustó a Gelert, pues él amaba también la caza y el acompañar a su dueño, pero obedeció, y se quedó tumbado al lado de la cuna del pequeño mientras el príncipe se iba.

Esa tarde, cuando Llewelyn volvió a casa, Gelert salió corriendo a recibirle. Pero, ¡horror, su cuerpo estaba cubierto de sangre y gotas de sangre caían también de su boca!

El príncipe corrió desesperado hacia el palacio en busca del pequeño... pero la cuna estaba vacía. Fuera de sí, lleno de ira y rabia, miró al perro... y comprendió. En un instante, su espada había dado muerte al animal.

De pronto... ¡el lloro de un niño! Llewelyn se precipita hacia el interior del palacio. Busca por todas partes desesperado. Y, al fin, envuelto en una sábana ensangrentada, allí, en una esquina, sano y salvo, estaba su pequeño hijo. A su lado, tumbado, yacía un enorme lobo al que Gelert había matado defendiendo al bebé.

Dicen que el príncipe quedó tan afectado por este hecho que ya nunca más sonrió. Enterró a su perro en el mismo lugar en el que lo había matado y, con el tiempo, al lado de la tumba se fue formando un pequeño pueblo, Bedgelert, que, por supuesto, significa la tumba de Gelert".

Qué pena que la historia sea falsa, ¿verdad? Pero, así es. Algún avispado la preparó para promocionar el pueblo y, ciertamente, lo consiguió... Claro que, como dicen por allí, una buena leyenda vale más que mil verdades.

Desde Bedgelert hicimos un pequeño recorrido turístico, de ida y vuelta, por la A4085 que, cruzando la Bedgelert Forest, lleva hasta Rhyd-Ddu. Desde allí se contempla una espléndida panorámica, con el lago Cwellyn en primer lugar y más allá Caernarfon y la isla de Anglesey.

A la vuelta, seguimos nuevamente la A498 a través del valle Nantgwynant para tomar, luego, la A4086 que, por el paso de Llamberis, lleva a Caernarfon.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Blaenau Ffestiniog / km 639

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Foto: j.cerdeira
Es la capital de la pizarra y está situada en un profundo valle rodeado de bellos paisajes. Se pueden visitar las Llechwedd Slate Caverns (con la, dicen, bajada, con mayor inclinación de Gran Bretaña, hasta la Deep Mine) y las Glodda Ganol, en lo alto del pueblo, que fue la visita por la que optamos nosotros.

El acceso al centro de recepción se hace por una pista muy empinada y en bastante malas condiciones. Abundan los grandes baches y, dadas las frecuentes lluvias, el terreno suele estar embarrado. La entrada no es barata (lo que, lógicamente, es un eufemismo para expresar que es francamente cara) y la desilusión es casi total. Tal vez haya 150 kilómetros de túneles, pero uno se conforma con ver los cien primeros metros y, claro, eso no impresiona a nadie.

Otro de los atractivos anunciados es el de ver como se trabaja la pizarra pero, aunque hay unas cuantos obreros trabajando, la visita es bastante frustrante. Claro que no todo es negativo y a la falta de interés de las propias minas/canteras se contrapone lo ventajoso del punto de vista para observar un paisaje incomparable.

Como ya se adivina de las anteriores palabras, estas explotaciones pizarreras están en franco declive, con una actividad que, tal vez, no llegue ni al cinco por ciento de la de su época dorada. Para sobrevivir necesitan de la ayuda que suponen las visitas turísticas lo que, visto lo visto, tampoco parece que sepan explotar adecuadamente.

Pasado el pueblo, a unos cinco kilómetros, tomamos la carretera comarcal A4085 que sale hacia la derecha y que, a través del Pass of Aberglaslyn, un impresionante paisaje montañoso, nos lleva hacia Bedgelert. ¿La carretera? Por supuesto, estrecha y de montaña... ¡pero qué belleza!

sábado, 29 de agosto de 2009

Betws-y-coed / km 618

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Foto: j.cerdeira

Seguimos la carretera A5 que, diseñada por Telford en los primeros años del siglo XIX, lleva hasta Holyhead en la isla de Anglesey. El paisaje es bellísimo, especialmente a partir de Pentrefoelas, alcanzando su culminación al acercarnos al valle del Conwy. Allí un extraordinario puente metálico nos permite cruzar el río. El puente, por supuesto obra del gran ingeniero civil Telford, lleva la siguiente leyenda: construido en 1815, el mismo año en que se ganó la batalla de Waterloo.

A cinco kilómetros del Conwy está Betws-y-Coed cuyo nombre significa capilla en el bosque. Es un pequeño centro turístico entre magníficas montañas y en la confluencia de numerosos ríos con puentes, cascadas y zonas de paseo. A unos cuatro kilómetros río arriba se encuentran las cascadas de Swallow a donde se llega cruzando frondosos bosques. Corriente abajo está Fairy Glen, un paraje ideal ampliamente fotografiado.

Pero Betws-y-Coed solo es un punto de partida, así que no nos entretuvimos demasiado. Tuvimos tiempo, eso sí, para que los niños volaran su avión en una verde y amplia pradera mojada. El avión, ahora, impulsado por un doble motor (dos gomas en vez de una) fue capaz de alcanzar enormes distancias y convertirse en la envidia de los demás niños que lo observaban con ojos incrédulos. Al final, el aprendiz de Icaro, quiso volar tan alto que fue su ruina: se cayo en picado y en el choque con el suelo se quedó hecho añicos. ¡Qué pena...! dijimos todos al unísono. ¡Menos mal...! pensamos Mariló y yo sin, por supuesto, dejar traslucir nuestra alegría.

Tomamos la carretera panorámica A470 que prometía bellos paisajes y que no nos defraudó. Las Conway Falls, nada más salir, nos animaron a hablar de cascadas:

- ¿A qué no sabéis cómo se dice cascada en el inglés-sajón?
- Fall.
- Cascade.
- No, no. Se dice force. En general, en Gran Bretaña, las cascadas se denominan force, aunque no siempre. Por ejemplo, según Practical Photography, éstas son las cinco cascadas más fotografiadas del Reino Unido:

Swallow Falls, en Snowdonia.
Aira Force, en el Lake District.
High Force, en el Teesdale.
Thorton Force, en North Yorkshire.
Hardrow Scar, en Wensleydale.


La carretera no permite alegrías, es tremendamente estrecha. El paisaje, sin embargo, es, como dicen por aquí, breathtaking. Cada pocos metros hay aparcamientos en los que nos vamos deteniendo unos minutos para admirar tanta belleza. De pronto, pasado un pequeño puerto, el anuncio de las minas de pizarra más grandes del mundo.

lunes, 10 de agosto de 2009

Llangollen / km 580

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Llovía. La noche era ya oscura y las luces cortas de la AC no permitían una visibilidad adecuada. Buscábamos ansiosos un pueblo donde dormir... y ahí apareció Llangollen. Miramos a un lado, miramos al otro, repetimos las miradas, pero no se veía ningún sitio adecuado para nuestros fines. Rebasamos el pueblo. ¿Volver atrás? Yo estaba muy cansado, me dolían los ojos de conducir con aquella mala visibilidad, soportando los reflejos de los vehículos que venían de frente. De pronto vi una pequeña explanada y me fui hacia allí. Era una estación de servicio cerrada. Las luces del pueblo se veían entre la lluvia como a unos cien metros. Decidimos quedarnos.

Seguía lloviendo. El viento, aunque no muy fuerte, hacía que las gotas de lluvia chocaran contra los cristales produciendo un ruido intimidatorio. Cerramos todas las persianas. La temperatura no debía ser muy baja pero la humedad hacía que sintieras frío.

- ¿Jugamos a las cartas?
- ¡Uy...! a mí no me pidáis eso porque lo que quiero en este momento es descansar. Tal vez dentro de un rato...

Subí a la buhardilla y me acosté. Seguía lloviendo. Estaba cansado, con los ojos cerrados pero sin sueño. ¡Gales, qué lejos está Gales... pensé. Luego abrí ligeramente una persiana y observé... la nada. ¿Gales...? ¿O Galicia, tal vez? Se oía un ligero ulular de viento, la lluvia, la noche, ese halo que forma la luz reflejada en las gotas de agua alrededor de las farolas... Tenía frío. Cerré nuevamente la persiana.

- ¡Menos diez!
- ¡Jo, qué chorra!
- A ver. ¿Tú qué pones...?

Me acurruqué entre las mantas y dejé vagar mi imaginación. Fue fácil. Aquella lluvia golpeando en las ventanas... Escucha, parece como si..., a lo lejos sí, como ruido de caballos. Es un jinete. ¡Cientos de jinetes, cientos de marqueses bradomines montando caballos esqueléticos, famélicos, perseguidos por manadas de lobos hambrientos...! ¡Huyen...! Ruidos de cadenas de almas en pena... Los ayes lastimeros de los porteadores de la caja del muerto... Santas Compañas... San Andrés de Teixido... Bruxas, meigas e trasgos... Galicia viva!

- ¡Papi...! ¿Juegas o no?

Me incorporé. Tenía la cabeza un poco atontada. Será mejor que juegue, pensé... y mañana será otro día.

Y así fue, amaneció de nuevo. Nos levantamos, desayunamos y salimos hacia Snowdonia...
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¿Llangollen? ¡Ah, sí... Llangollen! Ya me acuerdo...

Shrewsbury / km 510

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Shrewsbury es una atractiva ciudad del período Tudor localizada en un meandro del río Severn y rodeada por numerosos bosques. Conserva muchas casas con entramados de madera y otras de suave piedra melada y estilo georgiano que le dan un aspecto nostálgico.

A pesar de estar asentada en la zona de enfrentamientos entre los dominadores normandos y los aguerridos galeses, todavía conserva dos de sus antiguos puentes sobre el río Severn cuyos nombres son significativos: English Bridge y Welsh Bridge.

Shrewsbury es la capital del condado de Shropshire además de ser la capital del primer núcleo industrializado del mundo. Pero, esta industrialización prematura no se refleja en su ambiente que sigue siendo el de una pequeña y tranquila ciudad provinciana. El pasear por sus calles resulta muy agradable, aunque sus edificios tienen en cierto aire de "ya visto".

De sus monumentos, que no son importantes, cabe destacar el Castillo, de piedra arenisca roja, muy restaurado, y la Shrewsbury School en la que fue alumno el hijo predilecto de la ciudad Charles Darwin. En la plaza principal queda, también, una estatua representativa de otro de sus hijos, en este caso Clive of India.

La visita de la ciudad la realizamos de prisa y sin los niños, que se quedaron en el parking de un Safeway (el Pryca de turno) volando su avión. Era ya tarde y aún teníamos que hacer la compra en el hipermercado para llenar la bodega y emprender nuevos caminos con garantías renovadas.

Oscurecía ya cuando dejamos Shrewsbury, pueblo de difícil pronunciación. En el camino hacia Gales aprovechamos para recordar la época de los Normandos en que ésta fue una zona de contínuos enfrentamientos con los indómitos galeses.

Foto: j.cerdeira

A la muerte de Eduardo el Confesor, el poderoso duque de Normandía, Guillermo (más tarde llamado el Conquistador), creyéndose con derecho a la corona de inglesa, desembarcó en las costas de Sussex venciendo a la Sajones en Hastings.

El reinado normando fue decisivo tanto en la formación del idioma inglés como en la implantación de una estructura feudal de posesión de la tierra.

El fuerte poder inicial de los prelados de la iglesia católica condujo a una rebelión de los señores feudales que acabó con el asesinato de Tomás Beckett y, más tarde, con la claudicación del débil rey Juán sin Tierra. Éste se vio obligado a firmar la Carta Magna que, prácticamente, liquidaba el poder real.

Al rey Juán le sucedió Enrique III cuyo hecho más destacable fue el reconocimiento de Gales como un principado independiente, al frente del cual figuraba el príncipe Llewellyn. Sin embargo, su sucesor Eduardo I no participaba de las mismas ideas y comenzó una guerra de conquista que terminó con la muerte de Llewellyn en el año 1282 y la incorporación de Gales a la corona inglesa.

Fue Eduardo III quién, creyéndose con derecho a la sucesión francesa, inició una guerra cuyo final no se verá hasta 120 años más tarde: es la guerra de los cien años.

Ante la difícil situación creada por la guerra, y a la que no supo hacer frente su sucesor Ricardo II, Enrique, duque de Lancaster, se hace con el poder eliminando a su predecesor.

La dinastía Lancaster, entre numerosos horrores (uno de cuyos escenarios predilectos fue la Torre de Londres) y la pérdida de las posesiones francesas, durará menos de siglo y medio. El final llega con la guerra de la dos rosas en la que se enfrentan la rosa roja de los Lancaster y la rosa blanca de la casa de York. La guerra acaba con Enrique VII en el poder y con la instauración de la dinastía Tudor.

Finalizamos aquí la visita de la parte surocidental de Gran Bretaña, de lo que se llama a veces, el corazón de Inglaterra. Nuestro próximo destino es una tierra a cuyos habitantes los ingleses no dudaron en llamar extranjeros, y cuyas montañas suaves y brumosas, con valles fértiles y leyendas milenarias, la hacen especialmente atractiva.

Ironbridge / km 480

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Foto: j.cerdeira

Fue en el otoño del año 1708 cuando Abraham Darby, maestro siderúrgico de Bristol, decide trasladarse al alto valle del Severn. Aquí, en Ironbridge Gorge, en el año 1709, trabajando para la Coalbrookdale Company, propone la utilización de coke, en vez de carbón vegetal, para la reducción del mineral de hierro en los hornos siderúrgicos.

Los experimentos tienen éxito y, en el propio valle, hay coke y mineral de hierro para darlle cun zoque, que dicen en mi pueblo. Esta disponibilidad de hierro, a precio módico, pone en marcha la primera gran revolución del siglo XVIII (revolución industrial, en contraste con la segunda, la francesa, que tendrá carácter político).

A la abundancia de coke y mineral de hierro de la zona, se une un magnífico sistema de transporte fluvial, montado a lo largo del río Severn, que va a permite el fácil transporte de los productos siderúrgicos con destino a la exportación.

El dominio de la nueva tecnología se pone a punto cuando la Coalbrookdale decide que el puente a construir para salvar el río, sin interrumpir la navegación, va a ser de hierro. El Parlamento emite la correspondiente acta de autorización en 1777 y la construcción de un puente metálico, de peaje y propiedad privada, se pone en marcha. Este iron bridge, proyectado por Thomas Pritchard y fundido en 1779 bajo la dirección de Abraham Darby III, es el primero de su clase en el mundo y va a servir de escaparate permanente de la nueva tecnología.

En la garganta del Severn, situada en lo que hoy es Ironbridge, se hacen los primeros raíles de ferrocarril, las primeras ruedas de hierro, el primer barco de hierro, el primer puente de hierro e, incluso, la primera locomotora con caldera de alta presión.

Hoy, Ironbridge es patrimonio de la humanidad y aquí se conservan, además del simbólico puente de hierro, parte de los primeros hornos siderúrgicos construidos por los Darby, un museo sobre el hierro, un horno/museo sobre el ladrillo, un museo sobre la fabricación de porcelana, un museo al aire libre sobre la vida de hace cien años en este entorno industrial y la locomotora construida por la Coalbrookdale Company para Richard Trevithnick en 1802, un cuarto de siglo antes que la Rocket de Stephenson).

Todos los museos están repartidos en una zona de unos cuatro kilómetros a lo largo del Severn y su visita puede hacerse con un único billete de validez ilimitada. El tiempo de cada visita es corto con excepción del museo al aire libre al cual se le puede dedicar mediodía.
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Foto:  j.cerdeira

Terminadas las visitas, y volado convenientemente el avión, continuamos por la cuenca del Severn, hasta Shrewsbury, el pueblo natal de Charles Darwin.

Warwick / km 378

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Capital de condado y antigua ciudad de los Midland situada en la orilla derecha del río Avon con muy importantes tesoros artísticos y numerosos monumentos antiguos. Tiene una estructura medieval con calles estrechas y casas que dejan ver su negro esqueleto de madera. Del callejeo por la ciudad podemos destacar:

Market Place con el museo de Warwickshire y alguna casa con entramados de madera.

High Street con el Palacio de Justicia (Court House) y antigua casa del siglo XVIII.

La iglesia parroquial de Sta. María de origen sajón aunque varias veces reconstruida.

Mill Street es una pintoresca calle que baja hasta el río y desde la que se aprecia una bella panorámica del castillo.

Pero, por encima de todo, de Warwick destaca su impresionante castillo. El primer Warwick Castle fue mandado construir por Guillermo I el Conquistador en el año 1068, sólo dos después de su entrada en Inglaterra. Pero fueron los condes normandos de Warwick quienes lo reconstruyeron en piedra, convirtiéndolo en la principal fortificación de los Beauchamp, famosos por sus hazañas militares en los campos de Francia durante la guerra de los cien años (Fue Richard de Beauchamp, decimotercer conde de Warwick, quien hizo ejecutar a Juana d'Arc). De esta época se conservan los lóbregos calabozos y las salas de tortura.

Más tarde, cuando disminuyó la importancia militar del castillo, éste fue convertido en una elegante residencia de la que se conservan los magníficos salones interiores cuya decoración es, principalmente, del siglo XVIII.

Actualmente, el castillo es propiedad de los museos Madame Tussaud que ha montado en él dos magníficas exposiciones, la primera sobre la época medieval, con una espléndida representación de las tropas de Richard Neville (The Kingmaker: el hacedor de reyes) preparándose para entrar en combate, y la segunda sobre una fiesta real de fin de semana habida en 1898. En esta última se representan personajes conocidos de final/principios de siglo, entre ellos a un jovencísimo Winston Churchill. Las figuras, por supuesto de cera, son de un realismo que a mi, particularmente, me parece muy superior al del propio museo de Londres.

En el recinto del castillo se celebran representaciones teatrales y circenses de tipo variado que hacen la estancia muy grata, mientras que, en el exterior, las veinticuatro hectáreas de jardines que rodean el castillo/palacio son un lugar encantador para pasear mientras se contemplan numerosos animales sueltos.

El día había sido cansado así que fue un alivio el poder sentarnos en el patio del castillo a presenciar las actuaciones de varios malabaristas. Estuvimos sentados un buen rato. Luego nos fuimos hacia los jardines, entreteniéndonos en filmar, con el vídeo, los rápidos movimientos de las ardillas. De pronto, una señora se acerca y nos pregunta si hemos dejado una cámara, en un banco, en el patio del castillo.

- ¡Fernando, la cámara...!

Fernando se encoge de hombros en gesto significativo y sale corriendo a por ella. Pablo le acompaña, mientras Mariló y yo quedamos lamentando el poner cosas de valor en manos de niños... Al rato aparecen los dos felices enseñando, sonrientes, la cámara. Fernando comenta:

- Antes de irnos ¿podemos lanzar el avión sólo una vez?

Para la visita del castillo de Warwick es conveniente reservar, como mínimo, una tarde entera porque merece la pena. El aparcamiento puede hacerse en un parking junto al Avon sin especial dificultad y a muy corta distancia del castillo.

Y cuando ya las sombras del castillo caían alargadas sobre el Avon, tomamos nosotros camino con dirección a Telford/Ironbridge.

Stratford-Upon-Avon / km 360

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Stratford es, por encima de todo, la cuna del mayor dramaturgo mundial, William Shakespeare, que nació aquí el 23 de Abril de 1564. Su madre era hija de un próspero granjero de la localidad; su padre fue un guantero y tratante en lanas que ascendió hasta convertirse en alcalde, y su educación la recibió en el centro de enseñanza secundaria de la localidad que aún se conserva.

Aunque la fama de esta pequeña ciudad se deba a su hijo predilecto, no es menos cierto que posee una belleza e interés propios con sus hermosas casas de piedra roja de los siglos XVII y XVIII y casas con entramado de madera de la época Tudor.

La visita a Stratford tiene como punto culminante la peregrinación por los lugares shakespearianos que incluyen, no sólo, los edificios ligados a la vida del propio poeta (como, p. e., su casa natal o los restos de una casa donde vivió) sino también cualquier otro que tenga la más mínima relación con alguno de sus familiares, como, p. e., las casas de Anne Hathaway (su mujer), de Mary Arden (su madre) o Hall's Croft (la casa del marido de su hija). Para las visitas debe adquirirse un único billete de entrada lo cual, aunque abarata el producto, obliga a consumirlo entero.

Con independencia del recorrido anterior, Stratford bien vale un ligero pateo:

La High Street es la calle principal con numerosos edificios con entramado de madera entre los que destaca la Harvard House (Sí, aquí nació el fundador de la celebérrima universidad americana).

Church Street es la continuación de la calle anterior manteniendo su mismo estilo y numerosas casas interesantes.

Holy Trinity es la iglesia en la que fue bautizado y está enterrado Shakespeare (pertenece, por tanto, al vía crucis).

Dado que es mediodía, tal vez debería decir algo sobre el asunto del comer. Habitualmente comemos en nuestra casa porque, según dicen quienes nunca tienen que cocinar, en casa de uno es donde mejor se come. Pero aquí sí hay que cocinar, así que, de vez en cuando, complacemos a los niños y comemos en un McDonald o en un Burger King. No están mal las hamburguesas... especialmente cuando hay hambre, pero claro, no conviene abusar, así que, hoy probamos a comer en un restaurante inglés.

No, no voy a extenderme hablando del menú porque, ciertamente, la cocina inglesa es muy sencilla: ¡si quema es sopa..., sino, es cerveza!

Así, cumplido el sagrado rito de comer, aunque con nuestros estómagos ligeros y nuestras mentes bien despiertas, comenzamos a meditar en cómo viven estos ingleses a costa de un idioma y del principal de sus artistas...

El inglés aparece como un idioma identificable hace unos 800 años. Todo comenzó con la invasión de la Isla en el año 499 dC. por tres tribus germánicas del Norte de Europa: los anglos, los sajones y los jutos. De la tribu de los anglos proviene el nombre de "Angloland", aunque fue el dialecto de los sajones el que primero se generalizó y se convirtió en el antiguo inglés.

Después de años de luchas, los vikingos, que hablan una lengua escandinava, consiguen asentarse en el Este convirtiendo a la Isla en bilingüe pero, de las relaciones entre estos dos pueblos, pronto va surgiendo un idioma común que acepta palabras de cada uno de ellos. Así, p.e., en el verbo to be, la tercera persona del singular he is es sajona mientras que el plural they are es escadinava; wife es sajona mientras husband lo es escandinava; arm es sajona pero leg escandinava y lo mismo ocurre con door (sajona) y window (escandinava) y otras muchas.

Este antiguo inglés es una lengua difícil ya que conserva las declinaciones, tipo latín o alemán, mientras que género y número son también más complejos al existir géneros masculino y femenino para cosas (por tanto sin sexo determinado) y el dual acompañando a singular y plural.

La siguiente invasión de la Isla tiene lugar en el 1.066 dC. por invasores también de origen nórdico (los normandos, mandados por Guillermo I el Conquistador) pero que, después de una estancia en el Norte de Francia, hablan francés. Lógicamente, a partir de este momento, en la corte se hablará francés mientras que el pueblo llano, y dominado, seguirá con su old-english

El idioma se enriquece al duplicarse gran parte de sus estructuras gramaticales (p.e.: world's population es construcción sajona mientras que population of the world lo es latina) así como gran parte de su vocabulario (p.e.: cow, calf, sheep, pig, deer, etc. para los que crían los animales y beef, veal, mutton, pork, venison, etc. para los que los comen). A este idioma se suele designar como inglés medieval.

La llegada de la imprenta va a permitir fijar la ortografía del idioma mientras que, con la influencia renacentista, se toman muchas palabras directamente de las lenguas clásicas.

La última gran influencia se produce con la llegada de William Shakespeare (nacido el veintitrés de Abril del año 1564 y muerto el mismo día del mismo mes del año 1616 (¡menudo cumpleaños!), día negro para la literatura mundial porque, otro 23 de abril del mismo año, aunque no fuera el mismo día (¡cosas de los calendarios!), moría también el otro gran genio literario don Miguel de Cervantes Saavedra.

Fue, Shakespeare, un hombre con una mediocre educación pero con un genio literario tan grande que, con su inventiva, dio al inglés numerosas palabras, frases y dichos que, simplemente, no existían hasta entonces.

Ahora el inglés se ha convertido en el producto británico de mayor y más fácil exportación y en su mejor carta de presentación ante el mundo. Y todo ello a pesar de una pronunciación que apenas guarda relación con la escritura.

Para darnos cuenta de lo enrevesada que es la pronunciación inglesa, baste decir que el sonido "sh" se puede escribir de dieciséis maneras distintas.


Un sistema ortográfico tan absurdo llevó a George Bernard Shaw a sugerir que el sonido fish podría escribirse ghoti siempre que "gh" se leyera como en enough, "o" como en women y "ti" como en nation.

Las razones de tal desaguisado están, por supuesto, en la mezcolanza de idiomas que dio lugar al inglés actual, pero también en que el idioma hablado sufrió importantes cambios después de que la escritura ya hubiera sido fijada por la aparición de la imprenta. La Great Vowel Shift (modificación de la pronunciación vocálica que tiende a convertir en diptongos las vocales tónicas) se produce en época posterior al mismo Shakespeare (El sonido vocálico de clean, pronunciado por Shakespeare, hubiera sido similar al de la pronunciación actual de lane).

Sea como sea, lo cierto es que el inglés es su negocio y la asignatura pendiente de muchos de nosotros.

Chipping Campden / km 335

Sin palabras. Foto: j.cerdeira
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Chipping Campden es otro de los pequeños pueblos de Cotswolds (la creme de los Cotswolds) con la, quizá, más hermosa High Street de una villa inglesa. Su origen es medieval y su desarrollo está relacionado, cómo no, con el comercio de la lana (Chipin significa mercado). El Market Hall, de 1627, es un recuerdo de esa época dorada. Otros puntos de interés son la casa de William Grevel y la St. James' Church. No obstante, es la armoniosidad del conjunto la que destaca más que cualquier característica individual.

Quizá como punto negativo, tanto de Chipping Campden como de Broadway, haya que señalar el que al coincidir sus calles principales con carreteras muy transitadas, el tráfico les roba una parte de su indiscutible belleza. Es aquí donde a uno le viene a la memoria Castle Combe que, al estar apartada de cualquier vía de comunicación importante, conserva su carácter medieval de forma incomparable.

La carretera comarcal B4632, que nos lleva hacia Stratford, es estrecha pero con buen firme. Es todavía temprano y los primeros rayos de sol pintan el ondulado paisaje de variados tonos que van del verde al amarillo. Las sempiternas vacas y ovejas pacen plácidamente en los fértiles valles del condado de Warwickshire. El cruce con el río Stour nos recuerda que Stratford está cerca.

Aparcamos en el parking (por supuesto, pay and display) del Leisure Centre, al lado del Avon y muy cerca del centro de la ciudad. Esperamos a que los niños hagan volar un par de veces el avión y luego nos dirigimos a recorrer la ciudad.

Broadway / km 325

Agosto en Gran Bretaña
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Boadway es uno de de los pueblos más representativos de los Cotswolds, extendiéndose a lo largo de la A44 que, como su nombre indica, es una calle ancha que lleva desde Londres a Worcester. Todas las casas son del mismo estilo y época, construidas con la bonita piedra color miel. La mayor parte de ellas son actualmente tiendas, disponiendo de bellos escaparates y con una amplia extensión de césped que las separa de la calzada. Entre sus casas destacan la Abbot's Grange, casa del siglo XIV, y la Lygon Arms del siglo XVI y en la cual existe en la actualidad un típico y concurrido pub.

Desde Broadway ha de retrocederse un poco por la misma carretera hasta el cruce con la comarcal B4081 que nos lleva a Chipping Campden. El trayecto es corto, ¡menos mal! porque mientras duró estuvimos con la "música" de Fernando:
-¡Para...! ¡que éste es buen sitio para volar el avión...!

Blenheim Palace / km 282

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A la entrada del pueblo de Woodstock, a nuestra izquierda, se divisa el inmenso parque en el que se encuentra el palacio de los Churchill/Marlborough. Dado que la entrada principal estaba cerrada tuvimos que bordear el parque hasta la entrada que da al pueblo que sí está abierta.

La Royal Manor of Woodstock fue donada por la reina Ana a John Churchill, Duque de Marlborough, como premio por su brillante victoria en la batalla de Blenheim en Baviera en el año 1704 sobre las tropas francesas de Luis XIV. Sin embargo, como consecuencia de numerosas intrigas, el Duque perdió el favor de la Reina por lo que las obras del grandioso palacio tuvieron que ser terminadas de su propio peculio.

Este antiguo parque de caza, sobre el que se asienta el palacio, está rodeado por un muro de unos 15 kilómetros lo que nos da una idea de su tamaño (la superficie total del parque es de unas 850 hectáreas). La mayor parte de los jardines que cubren el parque fueron diseñados por Capability Brown, el más importante de los arquitectos paisajísticos ingleses, mientras que el Grand Bridge, romántico puente sobre el lago, es obra de Vanbrugh. La vista de parque y palacio desde la Woodstock Gate está considerada como la más bella de Inglaterra.

El parque incluye, además del palacio y aparcamiento, una exposición sobre Churchill, lanchas a motor, un tren, jardines de recreo, jardín de hierbas, casa de mariposas, parque infantil, el laberinto Marlborough y barcas de remo. También hay tiendas, un restaurante y varias cafeterías.

Como hemos visto, su constructor fue el primer duque de Marlborough, el Mambrú de la canción, que era, lógicamente, un antepasado del séptimo duque, el más que conocido Sir Winston Churchill. Aquel primer duque tenía fama de ser muy, pero que muy, tacaño; tanto que merecía haber sido escocés.

Una vez, un pobre pidió limosna a otro famoso general a quién se dirigió llamándole Marlborough, lo que le molestó mucho. Así que le replicó:

- Míreme bien, ¿no ve que no soy Marlboroguh?... ¡se lo demostraré...!

...y le dio una libra esterlina.

Sir Winston Churchill, que nació en la planta baja de este gran palacio, no debía ser tan avaro como su antepasado. Se cuenta que un día, durante la segunda guerra mundial, Winston Churchill se dirigía a la BBC para dar un importante discurso. Intentó coger un taxi pero el taxista, que no le reconoció, se negó a llevarlo porque, dijo, quería escuchar por la radio el discurso del Primer Ministro. El Sr. Churchill se sintió tan halagado por ello que, a pesar de no querer prestarle el servicio, le gratificó con una libra esterlina. Pero el taxista era agradecido y, después de quedarse pensando un rato, finalmente dijo:

- Está bien, le llevaré y... ¡al diablo con el inútil de Churchill!

En otra ocasión, Churchill fue preguntado por su opinión sobre Pablo Picasso, quien acababa de hacer unas fuertes declaraciones sobre el premier inglés. El señor Churchill, contestó:

- Creo que Picasso es un gran pintor y una excelente persona.
- Pero, ¿conoce Usted las declaraciones...?
- Sí. Bueno, también es posible que tanto él como yo estemos equivocados...

Antes de abandonar Blemheim tuvimos que presenciar la demostración de vuelo del potente avión de Fernando. Primer lanzamiento..., se estrella; segundo lanzamiento..., se estrella.
- Espera, ahora tiene que volar...
- ¡Qué te quedas ahí, eh!
Vueltas y más vueltas a la hélice para tensar la goma..., un poco más..., ya. El avión levanta el vuelo desde el césped y, después de una corta carrera, aterriza en picado sobre un seto. Fernando, con cara de felicidad, sube a la AC advirtiendo:
- En cuanto haya un buen sitio para echar el avión, paras, ¿vale?

La carretera A44 es, como muchas otras carreteras británicas, algo estrecha, aunque con buen firme, y nos lleva hacia los Cotswolds...

Los Cotswolds son un compendio de la vida rural inglesa del período pre-industrial y se extienden entre el valle alto del Támesis al Sureste y el escarpado valle del Severn al Oeste.

La característica fundamental de este mundo de Cod está en sus abiertas planicies cortadas por profundos valles, su vegetación exuberante y sus preciosas villas salpicando el paisaje. Su antigua riqueza ha de buscarse en el comercio de la lana que alcanzó, en otros tiempos, dimensiones europeas. La falta de carbón, o de cualquier otra riqueza mineral, le dejó apartado de la revolución industrial por lo que sus pueblos se quedaron como anclados en un período de la historia ya ido.

Los pueblos de los Cotswolds tienen un color característico que les da su bella arenisca gris o dorada, siempre con tonos suaves, pastel. Las bellas casas solariegas (manor houses), junto con sus ricas iglesias, encajan en un armónico paisaje urbano formando una estampa medieval en la que nada desentona; nada que no sea las multitudes de turistas que acuden a disfrutar de su tranquila belleza.

La A44, que cruza los Cotswolds de Este a Oeste, pasa por dos de los pueblos más típicos de la región. El primero de ellos, Chipping Norton (en el kilómetro 300), es un pequeño pueblo de unos 2000 habitantes y antiguo centro lanero, el otro es Broadway.
 
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