El camino hasta Chester es corto y cómodo. El aparcamiento fue algo más latoso, pero al final encontramos un parking céntrico, vigilado y hasta barato, al lado del Leisure Centre, justo al principio de lo que era la decumanos romana.
Chester, que es la capital del condado que lleva su nombre, es también uno de los más hermosos conjuntos medievales de Gran Bretaña y, quizá, de toda Europa. Dispone de numerosas casas típicas con entramados de madera muy decorados y de bellas galerías comerciales dobles, una a ras de suelo y la otra al nivel del primer piso, y a lo largo de las calles principales.
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Estas galerías permiten pasear confortablemente en días de lluvia pudiendo ir de compras sin tener que sufrir el húmedo clima británico. También permiten fotografiar cómodamente las decoraciones de las casas de enfrente y a los numerosos artistas aficionados que ocupan las calles.
Estas galerías permiten pasear confortablemente en días de lluvia pudiendo ir de compras sin tener que sufrir el húmedo clima británico. También permiten fotografiar cómodamente las decoraciones de las casas de enfrente y a los numerosos artistas aficionados que ocupan las calles.
Las murallas, que aún hoy rodean la ciudad, están construidas sobre los cimientos de la vieja ciudad romana, fundada en el siglo I dC. con el nombre de Deva y en la que asentaron parte de sus legiones. Esta muralla, de tres metros de alta y tres kilómetros de larga, puede ser recorrida en su totalidad.
Durante la edad media la ciudad se convirtió en un importante puerto sobre el río Dee y en sede episcopal, siendo de esta época la mayor parte de sus bellas casas de madera pintadas en negro.
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The Rows es el nombre de las cuatro calles principales que convergen en un mismo punto y que siguen el trazado de las dos vías romanas precedentes (la Kardo y la Decumanos). Aquí se encuentran las casas que presentan un mayor interés artístico.La ciudad dispone, también, de un pequeño y simpático museo en el que, quien lo desee, puede exponer sus propias colecciones, por otra parte, de los temas más variados y simpáticos. La entrada es gratuita, aunque se pide una ayuda para el mantenimiento del museo, y a nosotros nos pareció una visita recomendable por ser algo distinto de lo que normalmente uno espera de un museo.
Para llegar a Blackpool tomamos la autopista M53 que cruza la bahía de Liverpool (el River Mersey) mediante un túnel de peaje, para seguir luego por las M58, M6 y M55 que debería dejarnos en el centro de la ciudad. Pero era ya bastante tarde así que optamos por meternos en uno de los numerosos campings que rodean Blackpool.
Dado que hemos mencionado los campings, digamos de paso que los campings ingleses están dedicados casi en exclusiva a campistas con caravana o autocaravana, hasta el punto de que muchos de ellos no tienen espacio para tiendas. Por otra parte, el precio suele ser por vehículo, con independencia del número de personas que lo vayan a ocupar y, además, en general son francamente económicos.
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