domingo, 18 de octubre de 2009

Llamberis / km 705

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La subida al puerto de Llamberis permite algunas de las vistas panorámicas más bellas que uno pueda imaginarse. La vista del valle, con el Llyn Llydaw (llyn significa lago) al fondo y las vacas y ovejas pastando verdes alfombras interminables, es una increíble estampa romántica que los incrédulos podrán contemplar en la película Primera Noche en la que aparecerá como estrella Sean Conery (cuando nosotros hacíamos la visita se estaba construyendo un extraño edificio de cartón piedra al borde de un precipicio que, tal vez, en la película aparezca como molino de viento).

La bajada del puerto por el Oeste es igual de espectacular y, realmente, la zona es más adecuada para recorrerla andando que en coche para poder apreciar toda la grandiosidad del paisaje.

El pueblo de Llamberis está situado en la zona baja del valle, al lado del Llyn Padarn. Es un centro de excursiones a las más altas montañas de Gales y, en especial, al Snowdon. Hay un ferrocarril de cremallera que, subiendo 915 metros en menos de ocho kilómetros, llega hasta la cima de la más famosa montaña galesa. El recorrido dura una hora (mientras que a pié es posible subir en tres o cuatro) y las vistas, tanto desde el tren como desde la cima, son soberbias. Cerca del pueblo se pueden visitar, también, la cascada Ceunant Mawr, la más impresionante de Gales, así como hacer un recorrido en el Llanberis Lake Railway por la ribera del Llyn Padarn.

A menos de un kilómetro de distancia se encuentra Dolbadarn Castle, ruinas de uno de los numerosos castillos mandados construir por Llewelyn the Great (sí, el del perro) en su lucha por unificar el principado y defenderse de los ataques de lo normandos (o ingleses que, a los efectos, tanto monta...).

Gales nunca ha sido una nación en el sentido en que lo ha sido, por ejemplo, Escocia. Al igual que sus primos irlandeses, los celtas galeses eran un pueblo rural, de tribus nómadas gobernadas por jefecillos que, normalmente, estaban en guerra con todos sus vecinos. De hecho, Gales nunca tuvo una capital, habiendo de ser elegida Cardiff en 1955.

Los celtas fueron los primeros habitantes conocidos de estas tierras, mucho antes de que llegaran romanos, sajones y normandos. Estos celtas, probablemente provenían del noroeste de España (de Galicia, de donde Breogán partió, en barca de piedra, hacia el lejano Norte), encontrándose rápidamente como en casa ya que Galicia es muy similar a la montañosa y verde Gales. Se dice que, incluso hoy, los galeses se distinguen del resto de sus hermanos británicos por ser más bajos y de piel más oscura.

En la edad media, dos de sus más conocidos jefes lucharon por conseguir la unidad galesa: Llewellyn the Great y Llewellyn the Last. Estuvieron a punto de lograrla y, de hecho, Enrique III llegó a reconocerlos como pueblo, pero su hijo, Eduardo I, no pensó lo mismo y optó por dominarlos mediante la construcción de numerosas plazas fuertes (castillos), muchos de los cuales todavía existen.
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Hoy Gales está perfectamente incorporado en la comunidad británica, aunque conservando sus muchas peculiaridades. El idioma es una de ellas. A pesar de la pujanza del inglés y de que el galés estuvo prohibido durante mucho tiempo, impidiéndose el acceso a los puestos públicos a los que lo hablaran, todavía hoy más de un veinte por ciento de la población lo hablan y más de un cincuenta por ciento lo entienden.

Y, por supuesto, las maravillosas leyendas y canciones populares, están en ese viejo y misterioso idioma tan unido a la forma de ser del pueblo galés.

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