sábado, 29 de agosto de 2009

Betws-y-coed / km 618

-
Foto: j.cerdeira

Seguimos la carretera A5 que, diseñada por Telford en los primeros años del siglo XIX, lleva hasta Holyhead en la isla de Anglesey. El paisaje es bellísimo, especialmente a partir de Pentrefoelas, alcanzando su culminación al acercarnos al valle del Conwy. Allí un extraordinario puente metálico nos permite cruzar el río. El puente, por supuesto obra del gran ingeniero civil Telford, lleva la siguiente leyenda: construido en 1815, el mismo año en que se ganó la batalla de Waterloo.

A cinco kilómetros del Conwy está Betws-y-Coed cuyo nombre significa capilla en el bosque. Es un pequeño centro turístico entre magníficas montañas y en la confluencia de numerosos ríos con puentes, cascadas y zonas de paseo. A unos cuatro kilómetros río arriba se encuentran las cascadas de Swallow a donde se llega cruzando frondosos bosques. Corriente abajo está Fairy Glen, un paraje ideal ampliamente fotografiado.

Pero Betws-y-Coed solo es un punto de partida, así que no nos entretuvimos demasiado. Tuvimos tiempo, eso sí, para que los niños volaran su avión en una verde y amplia pradera mojada. El avión, ahora, impulsado por un doble motor (dos gomas en vez de una) fue capaz de alcanzar enormes distancias y convertirse en la envidia de los demás niños que lo observaban con ojos incrédulos. Al final, el aprendiz de Icaro, quiso volar tan alto que fue su ruina: se cayo en picado y en el choque con el suelo se quedó hecho añicos. ¡Qué pena...! dijimos todos al unísono. ¡Menos mal...! pensamos Mariló y yo sin, por supuesto, dejar traslucir nuestra alegría.

Tomamos la carretera panorámica A470 que prometía bellos paisajes y que no nos defraudó. Las Conway Falls, nada más salir, nos animaron a hablar de cascadas:

- ¿A qué no sabéis cómo se dice cascada en el inglés-sajón?
- Fall.
- Cascade.
- No, no. Se dice force. En general, en Gran Bretaña, las cascadas se denominan force, aunque no siempre. Por ejemplo, según Practical Photography, éstas son las cinco cascadas más fotografiadas del Reino Unido:

Swallow Falls, en Snowdonia.
Aira Force, en el Lake District.
High Force, en el Teesdale.
Thorton Force, en North Yorkshire.
Hardrow Scar, en Wensleydale.


La carretera no permite alegrías, es tremendamente estrecha. El paisaje, sin embargo, es, como dicen por aquí, breathtaking. Cada pocos metros hay aparcamientos en los que nos vamos deteniendo unos minutos para admirar tanta belleza. De pronto, pasado un pequeño puerto, el anuncio de las minas de pizarra más grandes del mundo.

lunes, 10 de agosto de 2009

Llangollen / km 580

-


Llovía. La noche era ya oscura y las luces cortas de la AC no permitían una visibilidad adecuada. Buscábamos ansiosos un pueblo donde dormir... y ahí apareció Llangollen. Miramos a un lado, miramos al otro, repetimos las miradas, pero no se veía ningún sitio adecuado para nuestros fines. Rebasamos el pueblo. ¿Volver atrás? Yo estaba muy cansado, me dolían los ojos de conducir con aquella mala visibilidad, soportando los reflejos de los vehículos que venían de frente. De pronto vi una pequeña explanada y me fui hacia allí. Era una estación de servicio cerrada. Las luces del pueblo se veían entre la lluvia como a unos cien metros. Decidimos quedarnos.

Seguía lloviendo. El viento, aunque no muy fuerte, hacía que las gotas de lluvia chocaran contra los cristales produciendo un ruido intimidatorio. Cerramos todas las persianas. La temperatura no debía ser muy baja pero la humedad hacía que sintieras frío.

- ¿Jugamos a las cartas?
- ¡Uy...! a mí no me pidáis eso porque lo que quiero en este momento es descansar. Tal vez dentro de un rato...

Subí a la buhardilla y me acosté. Seguía lloviendo. Estaba cansado, con los ojos cerrados pero sin sueño. ¡Gales, qué lejos está Gales... pensé. Luego abrí ligeramente una persiana y observé... la nada. ¿Gales...? ¿O Galicia, tal vez? Se oía un ligero ulular de viento, la lluvia, la noche, ese halo que forma la luz reflejada en las gotas de agua alrededor de las farolas... Tenía frío. Cerré nuevamente la persiana.

- ¡Menos diez!
- ¡Jo, qué chorra!
- A ver. ¿Tú qué pones...?

Me acurruqué entre las mantas y dejé vagar mi imaginación. Fue fácil. Aquella lluvia golpeando en las ventanas... Escucha, parece como si..., a lo lejos sí, como ruido de caballos. Es un jinete. ¡Cientos de jinetes, cientos de marqueses bradomines montando caballos esqueléticos, famélicos, perseguidos por manadas de lobos hambrientos...! ¡Huyen...! Ruidos de cadenas de almas en pena... Los ayes lastimeros de los porteadores de la caja del muerto... Santas Compañas... San Andrés de Teixido... Bruxas, meigas e trasgos... Galicia viva!

- ¡Papi...! ¿Juegas o no?

Me incorporé. Tenía la cabeza un poco atontada. Será mejor que juegue, pensé... y mañana será otro día.

Y así fue, amaneció de nuevo. Nos levantamos, desayunamos y salimos hacia Snowdonia...
-
¿Llangollen? ¡Ah, sí... Llangollen! Ya me acuerdo...

Shrewsbury / km 510

-

Shrewsbury es una atractiva ciudad del período Tudor localizada en un meandro del río Severn y rodeada por numerosos bosques. Conserva muchas casas con entramados de madera y otras de suave piedra melada y estilo georgiano que le dan un aspecto nostálgico.

A pesar de estar asentada en la zona de enfrentamientos entre los dominadores normandos y los aguerridos galeses, todavía conserva dos de sus antiguos puentes sobre el río Severn cuyos nombres son significativos: English Bridge y Welsh Bridge.

Shrewsbury es la capital del condado de Shropshire además de ser la capital del primer núcleo industrializado del mundo. Pero, esta industrialización prematura no se refleja en su ambiente que sigue siendo el de una pequeña y tranquila ciudad provinciana. El pasear por sus calles resulta muy agradable, aunque sus edificios tienen en cierto aire de "ya visto".

De sus monumentos, que no son importantes, cabe destacar el Castillo, de piedra arenisca roja, muy restaurado, y la Shrewsbury School en la que fue alumno el hijo predilecto de la ciudad Charles Darwin. En la plaza principal queda, también, una estatua representativa de otro de sus hijos, en este caso Clive of India.

La visita de la ciudad la realizamos de prisa y sin los niños, que se quedaron en el parking de un Safeway (el Pryca de turno) volando su avión. Era ya tarde y aún teníamos que hacer la compra en el hipermercado para llenar la bodega y emprender nuevos caminos con garantías renovadas.

Oscurecía ya cuando dejamos Shrewsbury, pueblo de difícil pronunciación. En el camino hacia Gales aprovechamos para recordar la época de los Normandos en que ésta fue una zona de contínuos enfrentamientos con los indómitos galeses.

Foto: j.cerdeira

A la muerte de Eduardo el Confesor, el poderoso duque de Normandía, Guillermo (más tarde llamado el Conquistador), creyéndose con derecho a la corona de inglesa, desembarcó en las costas de Sussex venciendo a la Sajones en Hastings.

El reinado normando fue decisivo tanto en la formación del idioma inglés como en la implantación de una estructura feudal de posesión de la tierra.

El fuerte poder inicial de los prelados de la iglesia católica condujo a una rebelión de los señores feudales que acabó con el asesinato de Tomás Beckett y, más tarde, con la claudicación del débil rey Juán sin Tierra. Éste se vio obligado a firmar la Carta Magna que, prácticamente, liquidaba el poder real.

Al rey Juán le sucedió Enrique III cuyo hecho más destacable fue el reconocimiento de Gales como un principado independiente, al frente del cual figuraba el príncipe Llewellyn. Sin embargo, su sucesor Eduardo I no participaba de las mismas ideas y comenzó una guerra de conquista que terminó con la muerte de Llewellyn en el año 1282 y la incorporación de Gales a la corona inglesa.

Fue Eduardo III quién, creyéndose con derecho a la sucesión francesa, inició una guerra cuyo final no se verá hasta 120 años más tarde: es la guerra de los cien años.

Ante la difícil situación creada por la guerra, y a la que no supo hacer frente su sucesor Ricardo II, Enrique, duque de Lancaster, se hace con el poder eliminando a su predecesor.

La dinastía Lancaster, entre numerosos horrores (uno de cuyos escenarios predilectos fue la Torre de Londres) y la pérdida de las posesiones francesas, durará menos de siglo y medio. El final llega con la guerra de la dos rosas en la que se enfrentan la rosa roja de los Lancaster y la rosa blanca de la casa de York. La guerra acaba con Enrique VII en el poder y con la instauración de la dinastía Tudor.

Finalizamos aquí la visita de la parte surocidental de Gran Bretaña, de lo que se llama a veces, el corazón de Inglaterra. Nuestro próximo destino es una tierra a cuyos habitantes los ingleses no dudaron en llamar extranjeros, y cuyas montañas suaves y brumosas, con valles fértiles y leyendas milenarias, la hacen especialmente atractiva.

Ironbridge / km 480

-
Foto: j.cerdeira

Fue en el otoño del año 1708 cuando Abraham Darby, maestro siderúrgico de Bristol, decide trasladarse al alto valle del Severn. Aquí, en Ironbridge Gorge, en el año 1709, trabajando para la Coalbrookdale Company, propone la utilización de coke, en vez de carbón vegetal, para la reducción del mineral de hierro en los hornos siderúrgicos.

Los experimentos tienen éxito y, en el propio valle, hay coke y mineral de hierro para darlle cun zoque, que dicen en mi pueblo. Esta disponibilidad de hierro, a precio módico, pone en marcha la primera gran revolución del siglo XVIII (revolución industrial, en contraste con la segunda, la francesa, que tendrá carácter político).

A la abundancia de coke y mineral de hierro de la zona, se une un magnífico sistema de transporte fluvial, montado a lo largo del río Severn, que va a permite el fácil transporte de los productos siderúrgicos con destino a la exportación.

El dominio de la nueva tecnología se pone a punto cuando la Coalbrookdale decide que el puente a construir para salvar el río, sin interrumpir la navegación, va a ser de hierro. El Parlamento emite la correspondiente acta de autorización en 1777 y la construcción de un puente metálico, de peaje y propiedad privada, se pone en marcha. Este iron bridge, proyectado por Thomas Pritchard y fundido en 1779 bajo la dirección de Abraham Darby III, es el primero de su clase en el mundo y va a servir de escaparate permanente de la nueva tecnología.

En la garganta del Severn, situada en lo que hoy es Ironbridge, se hacen los primeros raíles de ferrocarril, las primeras ruedas de hierro, el primer barco de hierro, el primer puente de hierro e, incluso, la primera locomotora con caldera de alta presión.

Hoy, Ironbridge es patrimonio de la humanidad y aquí se conservan, además del simbólico puente de hierro, parte de los primeros hornos siderúrgicos construidos por los Darby, un museo sobre el hierro, un horno/museo sobre el ladrillo, un museo sobre la fabricación de porcelana, un museo al aire libre sobre la vida de hace cien años en este entorno industrial y la locomotora construida por la Coalbrookdale Company para Richard Trevithnick en 1802, un cuarto de siglo antes que la Rocket de Stephenson).

Todos los museos están repartidos en una zona de unos cuatro kilómetros a lo largo del Severn y su visita puede hacerse con un único billete de validez ilimitada. El tiempo de cada visita es corto con excepción del museo al aire libre al cual se le puede dedicar mediodía.
-
Foto:  j.cerdeira

Terminadas las visitas, y volado convenientemente el avión, continuamos por la cuenca del Severn, hasta Shrewsbury, el pueblo natal de Charles Darwin.

Warwick / km 378

-
Capital de condado y antigua ciudad de los Midland situada en la orilla derecha del río Avon con muy importantes tesoros artísticos y numerosos monumentos antiguos. Tiene una estructura medieval con calles estrechas y casas que dejan ver su negro esqueleto de madera. Del callejeo por la ciudad podemos destacar:

Market Place con el museo de Warwickshire y alguna casa con entramados de madera.

High Street con el Palacio de Justicia (Court House) y antigua casa del siglo XVIII.

La iglesia parroquial de Sta. María de origen sajón aunque varias veces reconstruida.

Mill Street es una pintoresca calle que baja hasta el río y desde la que se aprecia una bella panorámica del castillo.

Pero, por encima de todo, de Warwick destaca su impresionante castillo. El primer Warwick Castle fue mandado construir por Guillermo I el Conquistador en el año 1068, sólo dos después de su entrada en Inglaterra. Pero fueron los condes normandos de Warwick quienes lo reconstruyeron en piedra, convirtiéndolo en la principal fortificación de los Beauchamp, famosos por sus hazañas militares en los campos de Francia durante la guerra de los cien años (Fue Richard de Beauchamp, decimotercer conde de Warwick, quien hizo ejecutar a Juana d'Arc). De esta época se conservan los lóbregos calabozos y las salas de tortura.

Más tarde, cuando disminuyó la importancia militar del castillo, éste fue convertido en una elegante residencia de la que se conservan los magníficos salones interiores cuya decoración es, principalmente, del siglo XVIII.

Actualmente, el castillo es propiedad de los museos Madame Tussaud que ha montado en él dos magníficas exposiciones, la primera sobre la época medieval, con una espléndida representación de las tropas de Richard Neville (The Kingmaker: el hacedor de reyes) preparándose para entrar en combate, y la segunda sobre una fiesta real de fin de semana habida en 1898. En esta última se representan personajes conocidos de final/principios de siglo, entre ellos a un jovencísimo Winston Churchill. Las figuras, por supuesto de cera, son de un realismo que a mi, particularmente, me parece muy superior al del propio museo de Londres.

En el recinto del castillo se celebran representaciones teatrales y circenses de tipo variado que hacen la estancia muy grata, mientras que, en el exterior, las veinticuatro hectáreas de jardines que rodean el castillo/palacio son un lugar encantador para pasear mientras se contemplan numerosos animales sueltos.

El día había sido cansado así que fue un alivio el poder sentarnos en el patio del castillo a presenciar las actuaciones de varios malabaristas. Estuvimos sentados un buen rato. Luego nos fuimos hacia los jardines, entreteniéndonos en filmar, con el vídeo, los rápidos movimientos de las ardillas. De pronto, una señora se acerca y nos pregunta si hemos dejado una cámara, en un banco, en el patio del castillo.

- ¡Fernando, la cámara...!

Fernando se encoge de hombros en gesto significativo y sale corriendo a por ella. Pablo le acompaña, mientras Mariló y yo quedamos lamentando el poner cosas de valor en manos de niños... Al rato aparecen los dos felices enseñando, sonrientes, la cámara. Fernando comenta:

- Antes de irnos ¿podemos lanzar el avión sólo una vez?

Para la visita del castillo de Warwick es conveniente reservar, como mínimo, una tarde entera porque merece la pena. El aparcamiento puede hacerse en un parking junto al Avon sin especial dificultad y a muy corta distancia del castillo.

Y cuando ya las sombras del castillo caían alargadas sobre el Avon, tomamos nosotros camino con dirección a Telford/Ironbridge.

Stratford-Upon-Avon / km 360

-

Stratford es, por encima de todo, la cuna del mayor dramaturgo mundial, William Shakespeare, que nació aquí el 23 de Abril de 1564. Su madre era hija de un próspero granjero de la localidad; su padre fue un guantero y tratante en lanas que ascendió hasta convertirse en alcalde, y su educación la recibió en el centro de enseñanza secundaria de la localidad que aún se conserva.

Aunque la fama de esta pequeña ciudad se deba a su hijo predilecto, no es menos cierto que posee una belleza e interés propios con sus hermosas casas de piedra roja de los siglos XVII y XVIII y casas con entramado de madera de la época Tudor.

La visita a Stratford tiene como punto culminante la peregrinación por los lugares shakespearianos que incluyen, no sólo, los edificios ligados a la vida del propio poeta (como, p. e., su casa natal o los restos de una casa donde vivió) sino también cualquier otro que tenga la más mínima relación con alguno de sus familiares, como, p. e., las casas de Anne Hathaway (su mujer), de Mary Arden (su madre) o Hall's Croft (la casa del marido de su hija). Para las visitas debe adquirirse un único billete de entrada lo cual, aunque abarata el producto, obliga a consumirlo entero.

Con independencia del recorrido anterior, Stratford bien vale un ligero pateo:

La High Street es la calle principal con numerosos edificios con entramado de madera entre los que destaca la Harvard House (Sí, aquí nació el fundador de la celebérrima universidad americana).

Church Street es la continuación de la calle anterior manteniendo su mismo estilo y numerosas casas interesantes.

Holy Trinity es la iglesia en la que fue bautizado y está enterrado Shakespeare (pertenece, por tanto, al vía crucis).

Dado que es mediodía, tal vez debería decir algo sobre el asunto del comer. Habitualmente comemos en nuestra casa porque, según dicen quienes nunca tienen que cocinar, en casa de uno es donde mejor se come. Pero aquí sí hay que cocinar, así que, de vez en cuando, complacemos a los niños y comemos en un McDonald o en un Burger King. No están mal las hamburguesas... especialmente cuando hay hambre, pero claro, no conviene abusar, así que, hoy probamos a comer en un restaurante inglés.

No, no voy a extenderme hablando del menú porque, ciertamente, la cocina inglesa es muy sencilla: ¡si quema es sopa..., sino, es cerveza!

Así, cumplido el sagrado rito de comer, aunque con nuestros estómagos ligeros y nuestras mentes bien despiertas, comenzamos a meditar en cómo viven estos ingleses a costa de un idioma y del principal de sus artistas...

El inglés aparece como un idioma identificable hace unos 800 años. Todo comenzó con la invasión de la Isla en el año 499 dC. por tres tribus germánicas del Norte de Europa: los anglos, los sajones y los jutos. De la tribu de los anglos proviene el nombre de "Angloland", aunque fue el dialecto de los sajones el que primero se generalizó y se convirtió en el antiguo inglés.

Después de años de luchas, los vikingos, que hablan una lengua escandinava, consiguen asentarse en el Este convirtiendo a la Isla en bilingüe pero, de las relaciones entre estos dos pueblos, pronto va surgiendo un idioma común que acepta palabras de cada uno de ellos. Así, p.e., en el verbo to be, la tercera persona del singular he is es sajona mientras que el plural they are es escadinava; wife es sajona mientras husband lo es escandinava; arm es sajona pero leg escandinava y lo mismo ocurre con door (sajona) y window (escandinava) y otras muchas.

Este antiguo inglés es una lengua difícil ya que conserva las declinaciones, tipo latín o alemán, mientras que género y número son también más complejos al existir géneros masculino y femenino para cosas (por tanto sin sexo determinado) y el dual acompañando a singular y plural.

La siguiente invasión de la Isla tiene lugar en el 1.066 dC. por invasores también de origen nórdico (los normandos, mandados por Guillermo I el Conquistador) pero que, después de una estancia en el Norte de Francia, hablan francés. Lógicamente, a partir de este momento, en la corte se hablará francés mientras que el pueblo llano, y dominado, seguirá con su old-english

El idioma se enriquece al duplicarse gran parte de sus estructuras gramaticales (p.e.: world's population es construcción sajona mientras que population of the world lo es latina) así como gran parte de su vocabulario (p.e.: cow, calf, sheep, pig, deer, etc. para los que crían los animales y beef, veal, mutton, pork, venison, etc. para los que los comen). A este idioma se suele designar como inglés medieval.

La llegada de la imprenta va a permitir fijar la ortografía del idioma mientras que, con la influencia renacentista, se toman muchas palabras directamente de las lenguas clásicas.

La última gran influencia se produce con la llegada de William Shakespeare (nacido el veintitrés de Abril del año 1564 y muerto el mismo día del mismo mes del año 1616 (¡menudo cumpleaños!), día negro para la literatura mundial porque, otro 23 de abril del mismo año, aunque no fuera el mismo día (¡cosas de los calendarios!), moría también el otro gran genio literario don Miguel de Cervantes Saavedra.

Fue, Shakespeare, un hombre con una mediocre educación pero con un genio literario tan grande que, con su inventiva, dio al inglés numerosas palabras, frases y dichos que, simplemente, no existían hasta entonces.

Ahora el inglés se ha convertido en el producto británico de mayor y más fácil exportación y en su mejor carta de presentación ante el mundo. Y todo ello a pesar de una pronunciación que apenas guarda relación con la escritura.

Para darnos cuenta de lo enrevesada que es la pronunciación inglesa, baste decir que el sonido "sh" se puede escribir de dieciséis maneras distintas.


Un sistema ortográfico tan absurdo llevó a George Bernard Shaw a sugerir que el sonido fish podría escribirse ghoti siempre que "gh" se leyera como en enough, "o" como en women y "ti" como en nation.

Las razones de tal desaguisado están, por supuesto, en la mezcolanza de idiomas que dio lugar al inglés actual, pero también en que el idioma hablado sufrió importantes cambios después de que la escritura ya hubiera sido fijada por la aparición de la imprenta. La Great Vowel Shift (modificación de la pronunciación vocálica que tiende a convertir en diptongos las vocales tónicas) se produce en época posterior al mismo Shakespeare (El sonido vocálico de clean, pronunciado por Shakespeare, hubiera sido similar al de la pronunciación actual de lane).

Sea como sea, lo cierto es que el inglés es su negocio y la asignatura pendiente de muchos de nosotros.

Chipping Campden / km 335

Sin palabras. Foto: j.cerdeira
-
Chipping Campden es otro de los pequeños pueblos de Cotswolds (la creme de los Cotswolds) con la, quizá, más hermosa High Street de una villa inglesa. Su origen es medieval y su desarrollo está relacionado, cómo no, con el comercio de la lana (Chipin significa mercado). El Market Hall, de 1627, es un recuerdo de esa época dorada. Otros puntos de interés son la casa de William Grevel y la St. James' Church. No obstante, es la armoniosidad del conjunto la que destaca más que cualquier característica individual.

Quizá como punto negativo, tanto de Chipping Campden como de Broadway, haya que señalar el que al coincidir sus calles principales con carreteras muy transitadas, el tráfico les roba una parte de su indiscutible belleza. Es aquí donde a uno le viene a la memoria Castle Combe que, al estar apartada de cualquier vía de comunicación importante, conserva su carácter medieval de forma incomparable.

La carretera comarcal B4632, que nos lleva hacia Stratford, es estrecha pero con buen firme. Es todavía temprano y los primeros rayos de sol pintan el ondulado paisaje de variados tonos que van del verde al amarillo. Las sempiternas vacas y ovejas pacen plácidamente en los fértiles valles del condado de Warwickshire. El cruce con el río Stour nos recuerda que Stratford está cerca.

Aparcamos en el parking (por supuesto, pay and display) del Leisure Centre, al lado del Avon y muy cerca del centro de la ciudad. Esperamos a que los niños hagan volar un par de veces el avión y luego nos dirigimos a recorrer la ciudad.

Broadway / km 325

Agosto en Gran Bretaña
-
Boadway es uno de de los pueblos más representativos de los Cotswolds, extendiéndose a lo largo de la A44 que, como su nombre indica, es una calle ancha que lleva desde Londres a Worcester. Todas las casas son del mismo estilo y época, construidas con la bonita piedra color miel. La mayor parte de ellas son actualmente tiendas, disponiendo de bellos escaparates y con una amplia extensión de césped que las separa de la calzada. Entre sus casas destacan la Abbot's Grange, casa del siglo XIV, y la Lygon Arms del siglo XVI y en la cual existe en la actualidad un típico y concurrido pub.

Desde Broadway ha de retrocederse un poco por la misma carretera hasta el cruce con la comarcal B4081 que nos lleva a Chipping Campden. El trayecto es corto, ¡menos mal! porque mientras duró estuvimos con la "música" de Fernando:
-¡Para...! ¡que éste es buen sitio para volar el avión...!

Blenheim Palace / km 282

-




A la entrada del pueblo de Woodstock, a nuestra izquierda, se divisa el inmenso parque en el que se encuentra el palacio de los Churchill/Marlborough. Dado que la entrada principal estaba cerrada tuvimos que bordear el parque hasta la entrada que da al pueblo que sí está abierta.

La Royal Manor of Woodstock fue donada por la reina Ana a John Churchill, Duque de Marlborough, como premio por su brillante victoria en la batalla de Blenheim en Baviera en el año 1704 sobre las tropas francesas de Luis XIV. Sin embargo, como consecuencia de numerosas intrigas, el Duque perdió el favor de la Reina por lo que las obras del grandioso palacio tuvieron que ser terminadas de su propio peculio.

Este antiguo parque de caza, sobre el que se asienta el palacio, está rodeado por un muro de unos 15 kilómetros lo que nos da una idea de su tamaño (la superficie total del parque es de unas 850 hectáreas). La mayor parte de los jardines que cubren el parque fueron diseñados por Capability Brown, el más importante de los arquitectos paisajísticos ingleses, mientras que el Grand Bridge, romántico puente sobre el lago, es obra de Vanbrugh. La vista de parque y palacio desde la Woodstock Gate está considerada como la más bella de Inglaterra.

El parque incluye, además del palacio y aparcamiento, una exposición sobre Churchill, lanchas a motor, un tren, jardines de recreo, jardín de hierbas, casa de mariposas, parque infantil, el laberinto Marlborough y barcas de remo. También hay tiendas, un restaurante y varias cafeterías.

Como hemos visto, su constructor fue el primer duque de Marlborough, el Mambrú de la canción, que era, lógicamente, un antepasado del séptimo duque, el más que conocido Sir Winston Churchill. Aquel primer duque tenía fama de ser muy, pero que muy, tacaño; tanto que merecía haber sido escocés.

Una vez, un pobre pidió limosna a otro famoso general a quién se dirigió llamándole Marlborough, lo que le molestó mucho. Así que le replicó:

- Míreme bien, ¿no ve que no soy Marlboroguh?... ¡se lo demostraré...!

...y le dio una libra esterlina.

Sir Winston Churchill, que nació en la planta baja de este gran palacio, no debía ser tan avaro como su antepasado. Se cuenta que un día, durante la segunda guerra mundial, Winston Churchill se dirigía a la BBC para dar un importante discurso. Intentó coger un taxi pero el taxista, que no le reconoció, se negó a llevarlo porque, dijo, quería escuchar por la radio el discurso del Primer Ministro. El Sr. Churchill se sintió tan halagado por ello que, a pesar de no querer prestarle el servicio, le gratificó con una libra esterlina. Pero el taxista era agradecido y, después de quedarse pensando un rato, finalmente dijo:

- Está bien, le llevaré y... ¡al diablo con el inútil de Churchill!

En otra ocasión, Churchill fue preguntado por su opinión sobre Pablo Picasso, quien acababa de hacer unas fuertes declaraciones sobre el premier inglés. El señor Churchill, contestó:

- Creo que Picasso es un gran pintor y una excelente persona.
- Pero, ¿conoce Usted las declaraciones...?
- Sí. Bueno, también es posible que tanto él como yo estemos equivocados...

Antes de abandonar Blemheim tuvimos que presenciar la demostración de vuelo del potente avión de Fernando. Primer lanzamiento..., se estrella; segundo lanzamiento..., se estrella.
- Espera, ahora tiene que volar...
- ¡Qué te quedas ahí, eh!
Vueltas y más vueltas a la hélice para tensar la goma..., un poco más..., ya. El avión levanta el vuelo desde el césped y, después de una corta carrera, aterriza en picado sobre un seto. Fernando, con cara de felicidad, sube a la AC advirtiendo:
- En cuanto haya un buen sitio para echar el avión, paras, ¿vale?

La carretera A44 es, como muchas otras carreteras británicas, algo estrecha, aunque con buen firme, y nos lleva hacia los Cotswolds...

Los Cotswolds son un compendio de la vida rural inglesa del período pre-industrial y se extienden entre el valle alto del Támesis al Sureste y el escarpado valle del Severn al Oeste.

La característica fundamental de este mundo de Cod está en sus abiertas planicies cortadas por profundos valles, su vegetación exuberante y sus preciosas villas salpicando el paisaje. Su antigua riqueza ha de buscarse en el comercio de la lana que alcanzó, en otros tiempos, dimensiones europeas. La falta de carbón, o de cualquier otra riqueza mineral, le dejó apartado de la revolución industrial por lo que sus pueblos se quedaron como anclados en un período de la historia ya ido.

Los pueblos de los Cotswolds tienen un color característico que les da su bella arenisca gris o dorada, siempre con tonos suaves, pastel. Las bellas casas solariegas (manor houses), junto con sus ricas iglesias, encajan en un armónico paisaje urbano formando una estampa medieval en la que nada desentona; nada que no sea las multitudes de turistas que acuden a disfrutar de su tranquila belleza.

La A44, que cruza los Cotswolds de Este a Oeste, pasa por dos de los pueblos más típicos de la región. El primero de ellos, Chipping Norton (en el kilómetro 300), es un pequeño pueblo de unos 2000 habitantes y antiguo centro lanero, el otro es Broadway.

Oxford / km 266

-

-

Oxford es una ciudad cautivadora, a orilla del Támesis, con viejos edificios universitarios construidos en piedra, y verdes lawns que infunden tranquilidad al paseante.

Esta vieja ciudad universitaria, la más antigua universidad de Inglaterra, tuvo su origen en tiempo de los sajones, en el siglo VIII, desarrollándose a partir de lo que hoy es la Christ Church Cathedral. Sus calles, cuyo trazado se mantiene casi intacto desde entonces, se fueron ocupando con fundaciones religiosas cuya posterior federación hacia el año 1200 dio origen a la federación autónoma de Colleges actual. Hoy, Oxford es una de esas ciudades en donde demasiadas campanas tocan de continuo bajo la incesante lluvia, en palabras de Elmer Davis.

El callejear por Oxford es cómodo (salvo el cruce de algunas calles, como p.e. Magdalen Street) y las distancias son cortas al estar la mayor parte de los monumentos concentrados en una zona de reducidas dimensiones. Deben visitarse:

El museo Ashmolean, el más antiguo de Gran Bretaña, contiene amplias y variadas colecciones de arte, especialmente antiguo, de todo el mundo (como p.e. Grecia, Roma y Egipto, pero también de países más distantes como China, Tíbet y Japón).

La Bodleian Library, en un edificio del año 1600 pero fundada ya en el siglo XIV y que con sus más de cinco millones de libros y manuscritos es una de las mayores del mundo.

El Merton College, fundado en el año 1264, se enorgullece de ser el edificio más antiguo de Oxford.

El Magdalene College que fue fundado en el año 1458 con el fin originario de ser un hospital (el hospital de San Juan Bautista) y en el que destaca su bell tower así como las inolvidables gárgolas del claustro.

El resto de Colleges, como el Trinity, el Jesus, el Lincoln, el Queen, etc. completan el panorama universitario de la ciudad.

Las confusiones entre los diferentes Colleges por parte de los turistas, dan lugar a numerosas anécdotas. Decía aquel americano:

- Soy incapaz de distinguir entre el Lincoln y el Jesus.
- ¡Oh, no se preocupe, es normal! Los americanos no suelen distinguir a Lincoln de Jesús.

Oxford, además de ciudad universitaria, es una ciudad ministerial. Se dice que entre un gobierno Laborista y uno Tory siempre habrá algo en común: la procedencia de sus ministros. Por supuesto que las mujeres tardaron en tener acceso a Oxford, pero cuando lo tuvieron, no perdieron mucho tiempo (y, sino, que se lo pregunten al vigésimo segundo premier británico, ¿verdad Mrs. T.?).

Hoy, 23 de Agosto, no es un día cualquiera porque, precisamente hoy, cumple Fernando diez años. No hubo velas, ni tarta pero sí algún regalo. De nosotros recibió una pequeña cámara de fotos automática. De su hermano recibió algo que, según pudimos comprobar posteriormente, era mucho más interesante: un pequeño avión con hélice y motor de goma capaz de volar hasta diez metros, en circunstancias favorables.

El avión, con gran pena, lo dejó en casa; la cámara se la llevó puesta y, al primer traspiés, ¡zás... por los suelos! Por los suelos él, pero con el brazo que sostenía la cámara levantado para salvarla del golpe. ¡Pobre..., por no echar la mano se dejó la rodilla hecha un cristo!

Ahora son las seis de la tarde y aunque Oxford se merecería algo más de tiempo, especialmente si se quieren conocer sus riquezas museísticas, nosotros renunciamos y optamos por tomar la carretera A44 hacia Woodstock.

Castle Combe / km 175

-

Castle Combe es un pequeño pueblo medieval, que no llega al medio millar de habitantes, situado en la bella región de los Cotswold, quizá el más interesante de todos. Entre sus edificios, todos de una bonita piedra dorada que recuerda a la que se ve en Salamanca, destacan la iglesia de St. Andrew y una pintoresca casa solariega hoy convertida en hotel. Claro que no es éste un pueblo que destaque por edificios singulares, sino por un conjunto increíblemente armonioso de pequeñas casas que gracias a su aislamiento (recuérdese la carretera) han permanecido sin cambios durante cientos de años.

Para aparcar existe un pay and display en lo alto del pueblo, aunque también es posible aparcar en la calle/carretera de acceso al mismo pueblo (si hay sitio). A la hora en que llegamos, las siete de la tarde, el aparcamiento está casi vacío, sólo está el nuestro y dos vehículos más y, ¡oh casualidad!, los tres con matrícula de Madrid.

El recorrido es muy sencillo al haber una única calle principal que no sobrepasa los quinientos metros de larga. En la parte alta están la iglesia, con tumbas a su alrededor, y la bella casa convertida en hotel. En la parte baja, un puente sobre un riachuelo, permite la vista más armoniosa del conjunto.

Cuando son las diez de la mañana, comenzamos nuestro viaje hacia Oxford. Después de un corto trayecto de carretera secundaria, tomamos la autopista M4 hasta Swindon y desde aquí la A420 que, sin ser autopista, es una buena carretera.

El paisaje, no muy diferente del ya visto, continúa con suaves ondulaciones y verdes praderas en las que pastan miles de ovejas y vacas..., sin duda, un bello país...

Dicen que Gran Bretaña tiene la forma de una bruja montada en un cerdo. Obviamente, la bruja sería Escocia, con sus viejos pelachos al viento, pero lo del cerdo es más difícil de intuir y, tal vez, sólo sea posible para anglófobos impenitentes.

El origen de la bruja ha de buscarse hace más de 600 millones de años cuando, en pleno período Precámbrico, se forman las areniscas y gnéis que componen las Highlands Noroccidentales.

En el período Cámbrico tienen su origen dos de los más bellos parque nacionales británicos: Snowdonia y el Distrito de los Lagos con montañas que, aún no siendo muy elevadas, tienen todas las características de alta montaña.

Durante el período Carbonífero, enormes fuerzas horizontales empujaron en sentido sureste-noroeste dando origen a una estructura formada por valles paralelos entre núcleos duros de pizarra. La mayor parte de las abundantes reservas de carbón de Gran Bretaña tienen su origen en este período.

Sobre las estructuras anteriores actuaron las glaciaciones cuaternarias formando amplios valles en "v" y arrastrando enormes cantidades de materiales que se depositan en lo que hoy se llaman Lowlands. Estas tierras bajas, bien sumergidas en épocas de deshielo, bien emergidas en los períodos más fríos, se modelan en suaves valles por la acción erosiva del agua dando origen a las fértiles tierras agrícolas del centro y sureste del país.

La especial climatología británica es la causa inmediata de la apariencia de su paisaje. Una lluvia abundante que, en algunas zonas montañosas occidentales alcanza los cinco metros anuales (lo que llueve, por ejemplo, en Santiago de Compostela en cinco años) mantiene un manto de verdor que sólo palidece ligeramente hacia las zonas más secas y frías de los broads orientales.

La temperatura es templada en todo momento como consecuencia de la corriente del Golfo, permitiendo el cultivo de plantas semitropicales en lugares tan septentrionales como Inverewe en plena costa de las Highlands noroccidentales. Es el viento, y una menor influencia de las corrientes marinas, lo que hace que la costa oriental sea ligeramente más fría y árida.

La densidad del tráfico va aumentando poco a poco hasta alcanzar la saturación. Sin duda, Oxford está ya a un paso... ¡pero qué paso! ...cómo media hora nos llevó recorrer los últimos cinco kilómetros. Aparcar no fue muy difícil aunque el pay and display de turno era especialmente caro para los estándares ingleses: ocho libras por doce horas. ¿El sitio? bueno, a menos de 200 metros de la confluencia de Cornmarket Street con Magdalen Street, es decir, en pleno centro.

Bath / km 147

-



Bath es una ciudad balneario, de 85.000 habitantes, en el condado de Avon. Elegante y señorial, fue fundada por los romanos al borde de unos manantiales con aguas calientes ricas en sulfatos y fuertemente radioactivas y a las que dieron el nombre de Aquae Sulis. Los sajones la llamaron Aet Bathum. Su aspecto actual se debe a la obra de los grandes arquitectos neoclásicos Wood el viejo y Wood el joven, que la embellecieron con numerosas obras a lo largo de siglo XVIII. Deben visitarse:

Las termas (Roman Baths) que son el más importante complejo monumental romano de toda Gran Bretaña. Al lado de las tres piscinas clásicas romanas (caldarium, tepidarium y frigidarium) con sus habitaciones complementarias de vestuarios y demás servicios, se conserva un pequeño museo de objetos romanos entre los cuales destacan una colección de maldiciones que unos ciudadanos dedicaban a otros y que resultan especialmente instructivas de lo poco que hemos cambiado desde entonces. Estas maldiciones se grababan en una pequeña placa de bronce que luego, al igual que se hace ahora con las monedas, se tiraban a los estanques. En traducción libre, alguna de las maldiciones podría ser como sigue:

" ...¡ojalá que al **** **** que me cogió ayer las sandalias del vestuario se le caiga la casa encima matando a él y a toda su **** familia!".

El Pultney Bridge es un puente de tres arcadas sobre el río Avon con casas y comercios encima, al estilo de la ponte vechia florentina.

El Crescent es un segmento de elipse de unos 200 metros, cuya fachada está constituida por edificios de dos pisos separados por cien gigantescas columnas jónicas que miran a una amplia pradera y que, por supuesto, es obra de un Wood, en este caso el joven. Similar en su edificios es el Circus aunque, lógicamente, aquí la forma es circular.

La circulación por Bath es difícil, aunque los aparcamientos periféricos son adecuados. Nosotros tuvimos la suerte de encontrar un hueco justo al lado del puente Pultney, en la Laura Place y, dado que era domingo, ni siquiera funcionaba lo del pay and display.

De nuestra visita a Bath, tal vez el momento cumbre fuera el del té de las cinco en la famosa Pump Room. Ver a los caballeros ingleses, algunos de no más de treinta años, erguidos, dando su brazo a una dama, moviéndose con movimientos pausados, lentos, con su sombrero en la mano, su chaleco, sus tirantes, sus amplios pantalones y sus zapatos de siete leguas ya no resulta fácil. Sería innecesario decir que, a las cinco en punto hora de Greenwich, mientras unos sirvientes cerraban las puertas del local impidiendo la entrada a posibles nuevos clientes que, por otra parte, tampoco se acercaron, otros iniciaban el recorrido de las mesas ofreciendo pastas...

Como hemos visto, Bath fue una de las más importante ciudades de la época romana. Y es que, aunque las islas británicas no eran estratégicamente importantes para Roma, su riqueza en cereales, oro, acero y estaño fueron suficientes para alimentar las ansias de conquista.

Así, en el año 55 aC., Julio César, después de una previa invasión de tanteo, venció a las tribus locales unidas bajo el mando del rey Casivelauno para, a continuación, y después de imponerles un tributo, retirarse a la Galia.

La conquista definitiva comenzó en el verano del año 43 dC. por orden del emperador Claudio y, prácticamente, hacia el año 70 dC. había concluido con excepción de las zonas Norte (Escocia/Caledonia) y Occidental (Gales) de la Isla.

Como era su costumbre, los romanos fundaron numerosas ciudades y las entrelazaron con una, para la época, tupida red de vías de comunicación, muchas de las cuales servirían de base para las carreteras actuales. Ellos introdujeron el cristianismo a partir del año 313 dC. y después de una romanización intensa, aunque menor que en los países mediterráneos, se retiraron hacia el 411 dC.

De su paso por la Isla quedan numerosos recuerdos entre los cuales destaca la muralla mandada construir por el emperador Adriano para contener a los belicosos pictos, precursores de los actuales escoceses y que hoy, vagamente, separa Escocia de Inglaterra, además de las numerosas ciudades que, como Bath, Exeter, Chester y la propia Londinum, fueron fundadas por ellos.

Ya antes de la caída del mando romano, grupos de mercenarios germánicos comenzaron a apoderarse de las costas orientales, si bien, estos sajones, nunca llegaron a disponer de una auténtica estructura organizativa. Más tarde, llegan los vikingos que tampoco alcanzan una verdadera organización en la isla aunque, en el continente, fundan el reino de Normandía llamado a tener una importancia decisiva en la futura historia británica.

Son ahora las seis de la tarde cuando emprendemos viaje hacia los Cotswolds. Tomamos la A4 con dirección a Chippenham que, de momento, no tiene mucho tráfico por lo que la conducción es cómoda. Conecto, pues, la pequeña grabadora de campaña y...

- Pablo, ¿qué fue lo que más te ha gustado hasta ahora?
- Hombre, no sé. El té de las cinco -dice riéndose- No, en serio, yo creo que lo más interesante... el museo del Día-D.
- Pero eso es un documental, no un museo.
- Ya, pero, y el tapiz ¿qué?
- Remiendos cosidos... -tercia Fernando.
- Y de Salisbury, ¿no os gustó?
- No - dice Pablo.
- Bueno, sí; el reloj de la catedral -apunta Fernando.
- ...Pero si son cuatros discos con dientes y una cuerda colgando.
- Ya. Pero yo no sabía cómo funcionaba un reloj.
- Yo creo que lo más interesante hasta ahora -y es Mariló quien opina- ha sido Stonehenge. Aunque a mi Bath me gustó mucho y es una ciudad muy armoniosa y agradable para pasear.
- Armoniosa desde luego porque es toda del mismo siglo...

Tomamos, ahora, un desvío hacia la izquierda y nos metemos en una carretera comarcal de no más de cinco metros de ancha. Continuos sube-baja, curva derecha-izquierda... y todo entre una vegetación que invade la carretera. Vamos como a veinte, y cada vez que alguien viene de frente contenemos la respiración hasta ver si pasa o nos dejamos los espejos. La conversación se entrecorta, hasta que finalmente se muere. Pero la carretera sigue... aunque, tal vez, peor.

- No deberíamos haber venido por aquí -comenta Mariló.
- ¿Y por dónde querías haber ido?
- No sé, pero esto es imposible.

Y no se vuelve a hablar más. Yo creo que Mariló iba rezando... o, en todo caso, asustada. Yo tampoco iba mejor pero intentaba no demostrarlo. ¿Y los niños? Bueno... peleándose. Sin embargo, los que venían de frente no parecían muy preocupados por las estrecheces y pasaban como rayos, al menos eso parecía. Y, a todo esto, cruzándose por el lado que no era...

Mas todo pasa y, al fin... el letrero que indica Castle Combe. Respiramos.

Stonehenge / km 90

-

Stonehenge es el monumento prehistórico más importante de las Islas Británicas y uno de los más importantes de Europa. En su construcción, que se alarga desde el año 2800 aC. hasta el 1400 aC., se pueden distinguir tres fases distintas. En la primera fase (hasta el año 2100 aC.) se excavaron los fosos y se construyeron los terraplenes circulares de unos 350 metros de largo. Fuera del círculo se colocó la heel stone, piedra aislada y sin trabajar. En una segunda fase, en torno al año 2000 aC., se construyeron los dos círculos interiores en los que se colocaron 82 piedras (Blue stones) y que, posteriormente, fueron desmontadas; hoy sólo quedan los hoyos. Finalmente, en la tercera fase, se colocó la piedra de los sacrificios (slaughter stone) y se levantaron los 30 grandes monolitos interiores sobre los cuales, a modo de arquitrabes, se colocaron otras inmensas piedras. En el interior del círculo formado por las piedras anteriores se levantaron cinco enormes trilitos en el centro de los cuales está la altar stone.

Los grandiosos monolitos de Stonehenge, con alturas de hasta seis metros y con pesos de hasta veintiséis toneladas, fueron traídos hasta el lugar desde canteras situadas, en algunos casos, a cerca de 400 kilómetros de distancia.

El interior del círculo de piedras de Stonehenge no es visitable, existiendo un sendero de ronda que permite ver y fotografiar adecuadamente el monumento aunque, lógicamente, con una cierta pérdida de perspectiva.

El paisaje de los alrededores, con sus verdes praderas y sus rebaños de ovejas, forman un entorno muy bello para pasear. El monumento se visita en muy poco tiempo y el aparcamiento es fácil y gratuito, no así la entrada que es cara.

Desde Stonehenge seguimos la carretera A303 y luego la A36, en un cómodo viaje hacia Bath, cruzando una zona de numerosos restos prehistóricos que nos hacen pensar en esos antepasados de los actuales britones...

Como en la mayor parte de los países europeos, en Gran Bretaña confluyen una amplia variedad de pueblos que dan origen a las primeras culturas de la Isla. Los primeros de estos pueblos llegaron aquí antes de que, hacia el año 8.000 aC. y como consecuencia del aumento del nivel marino provocado por el retroceso de la última glaciación, Gran Bretaña se convirtiera en una isla.

Alrededor del año 5.000 aC. llegan los primeros pueblos sedentarios que desarrollan una agricultura próspera y una fuerte organización social capaz de acometer obras tan importantes como Stonehenge (cca. 1.800 aC.).

Sobre esta época llegan también los primeros pueblos de origen ario que traen consigo las primeras palabras conocidas del idioma inglés.

Los celtas llegan alrededor del año 700 aC. y, aunque son un número reducido, con sus espadas de acero barren a los anteriores pobladores hacia el oeste de la Isla, consiguiendo implantar sus costumbres y modo de vida. Sin embargo, el no tener conciencia de nación les hace ser fácil presa para el imperialismo del momento representado por Roma. En el verano del año 43 dC. con la invasión romana, comienza el principio de su fin.

- Papi, déjate ya de rollos. Dijiste que nos ibas a contar una historia en que los españoles hacíamos de malos...
- Bueno, bueno, tranquilo. ¿Tú sabes cómo se llama la península que dejamos a nuestra izquierda?
- Sí, espera... eeeh..., ¡Gales!
- ¡Ohhh... lo siento! Se llama Cornualles...

Cornualles es una costa abrupta con pequeñas playas de fina arena y pequeñas aldeas con casas de labranza de paredes blancas y techadas en paja. A lo largo de la costa hay elevados acantilados sobre los que el mar rompe sus olas con violencia; en el interior, sobre amplios páramos graníticos, aparecen tumbas neolíticas, pueblos prehistóricos, minas de estaño abandonadas.

El National Park of Pembrokesire Coast abarca una larga y estrecha zona de costa, de menos de cinco km de ancha, y de excepcional belleza.

Hace cuatro siglos los habitante de estas costas oteaban continuamente el horizonte para descubrir posibles galeras españolas. Las operaciones de castigo con que, de vez en cuando, España respondía a las acciones de los numerosos piratas ingleses, tenían a la zona atemorizada. Hace algunos años, el embajador de España en Londres, recibió una carta del tesorero de la parroquia de Mousehole, cerca de Penzance. Le comunicaba el estado de semirruina de su iglesia y le recordaba que los españoles habían tenido su parte de culpa en ello; deseaba, por tanto, una contribución económica para su restauración. El embajador le contestó muy correcta y diplomáticamente:

Dear Sir:
...
Como Ud. sabe, en nuestra pasada historia ha habido lo que Ud. acertadamente describe como "association" que es una forma cortés de referirse a un período durante el cual los imperialismos de una y otra parte se dedicaron a atacarse mutuamente. Ante las numerosas incursiones de agresión que tuvieron lugar, principalmente en las costas del Noroeste de España, hubo algunas represalias como la que la marina castellana llevó a cabo precisamente en Cornwall y a la que Ud. se refiere.
...
Sirvan estas líneas como disculpa por un episodio menor, dentro de unas relaciones hostiles que duraron siglos, y en el que la iglesia de Mousehole fue incendiada.
...
... Y, a la luz de las anteriores consideraciones, tengo la satisfacción de adjuntarle un cheque por 50 libras a modo de contribución, aunque puramente simbólica, para la restauración de la iglesia.

Yours faithfully,
Marqués de Perinat
Spanish Ambassdor


Al parecer, los hechos fueron, más o menos, así:

Al alba de aquel 23 de Julio de 1595, cuatro galeras españolas surgieron de entre la niebla de Mousehole y desembarcaron a unos 200 hombres fuertemente armados. Fueron arrasando todo lo que encontraban a su paso, reduciendo a cenizas tanto las casas por donde pasaban como la propia iglesia parroquial. Una vez terminado su trabajo, y al no encontrar resistencia, se dirigieron a Newlyn, donde hicieron lo mismo, y más tarde a Penzance. Al divisarlos, parte de los aldeanos huyeron mientras otra parte eran arengados por un hombre que, espada en mano, les animaba a hacer frente a los castellanos. Este parroquiano, blandiendo valientemente su espada, encabezó el grupo de defensa hasta que, después de unos momentos, al darse cuenta de que nadie le seguía, hubo de huir también. Pero, su valentía, sirvió para que se le concediese el título de Sir (Sir Francis Godolphin).

Una vez cumplida la misión, y cuando el viento fue propicio, los españoles se fueron por donde habían venido. Y, según el historiador de la zona Richard Carey, éste es el resumen de una brillante acción española y una infame cobardía cornuallesa... Claro que, un punto de vista distinto, sería el representado por el proverbio inglés que dice: He who fights and runs away, may live to fight another day, lo que, traducido a vulgar castellano, quiere decir que una retirada a tiempo es una victoria.

Salisbury / km 75

-

 
Salisbury es una ciudad de unos 35.000 habitantes situada en la confluencia de los ríos Burne y Nadder con el Avon, en el centro de la región de Wessex. Gana su importancia con el traslado de la sede episcopal desde Old Sarum en el año 1220 a dónde había sido trasladada a su vez desde Sherborne. Es una bonita ciudad para pasear, con un buen ambiente. Entre lo destacado está:

The Close, que es una zona de parque, fortificada y en la cual se encuentra la Catedral así como otros importantes edificios, y

La St. Mary's Cathedral, que es una de las obras maestras del gótico primitivo inglés, destacando especialmente el claustro, la sala capitular y un bello cancel. Se puede ver, también, uno de los relojes mecánicos más antiguos de Inglaterra.

No se necesita mucho tiempo para visitar Salisbury. Digamos que con la hora dedicada a la catedral y otra para callejear se tiene una primera impresión aceptable de la ciudad. Aquí tuvimos nuestro primer contacto con casas con esas peculiares estructuras de madera que van a alcanzar su cénit en ciudades como Stratford o Chester.

El aparcamiento fue fácil en la plaza central del pueblo (pay and display), ayudados, quizá, por la hora, que ya superaba las cinco de la tarde. Pero no siempre aparcar es lo más difícil ya que, a veces, las circunstancias complican las cosas... y la complicación, en este caso, era una rueda desinflada. Nos dio miedo salir en esas condiciones a la búsqueda de una estación de servicio así que... ¡pies a la obra! Tomé el pequeño inflador a pedal y, después de... ¡2600 pedaladas...! todo quedó listo.

Para salir hacia Old Sarum, se toma la A36 y, a menos de un km se dobla hacia la derecha por la A345. Hay bonitos paisajes de granjas y, a la derecha, una bonita casa. El camino para subir a Old Sarum sale hacia la izquierda. Es muy estrecho y empinado pero corto. La vista que se tiene desde el viejo castro de la edad del hierro sobre la enorme aguja de la catedral de Salisbury justifica la subida.

Continuamos luego por Amesbury hacia Stonehenge.

De camino

-


La carretera hacia Salisbury es buena. A estas horas de la mañana, el sol se deja ver entre las nubes alargando enormemente las sombras de las ovejas que pacen tranquilamente sin saber quien fue la reina virgen. Las notas que siguen son de Mariló:

Isabel I de Inglaterra era hija de Enrique VIII y de su segunda esposa Ana Bolena. Nació en Greenwich en 1533 y sólo tres años más tarde se quedó huérfana al ser decapitada su madre por deseo de Enrique. Heredó el trono de su hermana María, llamada la sanguinaria (Bloody Mary) quién había intentado reinstaurar la obediencia al Papa. Ciertamente, Isabel fue igual de sanguinaria que su hermana, aunque de signo contrario, al perseguir a los católicos y a todos los que se oponían a la Iglesia Anglicana. Entre otros hizo ejecutar a María Estuardo, reina de Escocia, después de mantenerla diecinueve años encerrada.
-

 Walter Raleigh (en el grabado) fue uno de sus favoritos. Una vez la reina le encontró fumando y le desafió diciendo:

- A pesar de tu capacidad e inteligencia, nunca serías capaz de pesar el humo que sale de tu pipa.

Raleigh contestó que sí podía, y apostó con la reina una fuerte cantidad de dinero. Consiguió el peso del humo por diferencia entre el peso del tabaco y el de sus cenizas por lo que ganó la apuesta. Isabel, en el momento de pagar la deuda, le dijo:

- Conocía gente que convertía el dinero en humo pero tu eres el primero que convierte el humo en dinero.

Isabel fue sin duda una gran reina, aunque los españoles no tengamos de ella un recuerdo especialmente grato (ya hemos hablado de su querido Sir Francis Drake y de nuestra desgraciada Armada Invencible).

De pequeña, Isabel, era de las que dudaba entre lavarse las manos o ponerse los guantes. Sin embargo de mayor, parece que se enmendó. Dice una crónica de la época que se lavaba todos los meses, incluso aunque no lo necesitara.

La crónica no nos habla, en cambio, de si, a la hora de cambiarse de camisa, se asemejaba a su homónima española.

- A lo mejor llevaba cota de malla y no se ensuciaba -comenta Fernando.
- Ya sería menos porque, al menos una vez, creo que se cayó en un charco -apostilla Pablo.
- Ah, ¿no os lo creéis? Pues sabed que, todavía ahora, la legislación de muchos estados americanos conserva cosas curiosísimas sobre asuntos relacionados con el baño. Por ejemplo, según he leído en Speak up, en la legislación de Barre (Vermont) hay un artículo que obliga a sus ciudadanos a bañarse todos los sábados por la noche (...fever or no!) mientras que, en el estado de Kansas, la obligatoriedad es de sólo un baño anual (...whether you need it or not!). Por el contrario, en Morrisville es necesario un permiso especial cada vez que uno desee acceder a tal privilegio y, en Topeka, la instalación de bañeras es ilegal. Así que, ¿estaréis de acuerdo en que sobre baños no hay nada escrito.

- ¿A eso llamas tú nada?
- Bueno, continuemos con las notas de Mamá y con la Isabelita cuyo reinado, curiosamente, coincide casi totalmente con el de nuestro Felipe II.


Isabel fue llamada, con o sin razón, la Reina Virgen (de donde proviene el nombre de la actual Virginia americana) pues, aunque hubo abundantes proyectos matrimoniales (incluso alguno con Felipe II) ninguno de ellos cuajó. Es posible que su carácter varonil influyera en ello. Por el contrario, su sucesor, Jacobo I (que era hijo de María Estuardo, a quien su antecesora había hecho ejecutar), tenía un carácter más bien débil y afeminado. Se decía que, por error natural, hubo un rey llamado Isabel y una reina llamada Jacobo.

- Papi, eso es un rollo. Cuéntanos algo en que les ganáramos los españoles -Pide Fernando.
- Nosotros les hemos ganado pocas veces, hijo, pero, después de visitar Stonehenge, te voy a contar una historia en la que nosotros hicimos de malvados, ya verás.
- ¡ Eso, eso!

Portsmouth / km 0

-


Es esta una de esas ciudades provincianas inglesas en las que se aprecia muy bien su ambiente tradicional y refinado. Su población, que alcanza los 175.000 habitantes, parece incongruente con su tranquila forma de vivir.

Portsmouth debe su importancia a ser el puerto de bandera de la armada británica y eso desde una fecha tan temprana como el siglo XVI (en 1495 se había construido aquí el primer dique seco del mundo). Esta y la de Plymouth eran las bases de piratas como Drake o Raleigh y desde aquí partió Nelson al frente de su H.M.S.Victory para la batalla de Trafalgar, victoria que ganó a costa de su propia vida.

Durante la batalla de Inglaterra (segunda guerra mundial) la ciudad fue prácticamente destruida, pero le queda el honor de haber sido el punto de concentración de las tropas que participaron en el famoso desembarco del día "D". Hoy, un museo conserva recuerdos de aquellas fechas trágicas, entre los cuales destaca el enorme tapiz bordado de noventa metros de largo y que lleva el nombre de aquel gran "operativo" Overlord Embroidery.

Como consecuencia de su destrucción durante la última gran guerra, la ciudad no guarda monumentos dignos de consideración. No por ello está falta de interés dado que aquí se conservan tres de los buques históricos más famosos de la armada británica:

El H.M.S Victory, barco en el que Nelson encontró la muerte en Trafalgar, es hoy el barco-bandera de la comandancia de marina.

El Mary Rose es un barco de la época de Enrique VIII hundido cuando se preparaba para repeler un ataque francés. El barco fue rescatado del fondo del mar en 1960 y su mal estado permite ver todo su esqueleto.

El H.M.S. Warrior fue en tiempos de la reina Victoria el orgullo de la armada británica. Fue el primer barco inglés de casco metálico y, por supuesto, el más rápido.


Portsmouth tiene una gran explanada, el common, con su césped verde y bellas vistas hacia la isla de Wight, cubriendo el espacio que va desde el Sea Life y el D-Day Museum hasta la ciudad. El día que nosotros llegamos, el viernes 19 de Agosto, se celebraba allí un gigantesco macro-concierto de rock, organizado por cervezas Heinneken, y digno de épocas pasadas. El ambiente era festivo aunque las borracheras generalizadas. A pesar de todo fuimos capaces de aparcar en la zona (pay and display).

- ¿Y por qué hay aquí tantos barcos de guerra? -pregunta Fernando.
- Porque desde aquí se organizó el desembarco de Normandía... ¿no lo viste en el D-Day museum? -contesta Pablo.
- Ya. Pero... ¿A que no sabes tu porqué se eligió Portmouth para cuartel general de ese "día-D"? -pregunto yo.
- ¿Por qué?
- Porque desde la época de Enrique VIII, ésta ha sido la base de la armada inglesa. ¿Te acuerdas de Drake?
- ¿El pirata? -pregunta, a su vez Pablo.
- ¿Ah, el de la estatua? -pregunta ahora Fernando.
- El mismo...

Estaba un día el señor Drake jugando a los bolos -por supuesto, aquí no le llamaban el pirata Drake si no Sir Francis Drake- cuando a mitad de la partida alguien le dijo:

- Señor, una gran armada se acerca hacia nosotros. Vedla vos mismo.

Drake levantó la mirada hacia el Sur, hacia el mar. Era un viejo lobo, un viejo sea-dog como dicen por aquí, y no tardó en reconocer los pendones españoles.

- ¡Qué continúe la partida!

Probablemente hacía viento, mucho viento. Probablemente Drake vio las dificultades de navegar en tales condiciones por aquel mar que conocía como nadie. Probablemente pensó que era mejor esperar hasta que el vendaval le hiciera parte de su trabajo. Así que continuó su partida hasta que, según cuenta la historia inglesa, se puso al frente de sus pequeños, pero ágiles navíos para dar a Inglaterra una de las victorias más grandes que los tiempos recuerdan y, de paso, deshacerse para siempre del poderío naval español.

- Pero quien destruyó la armada española fue la tormenta, ¿no? -pregunta Pablo.
- Claro, claro. Al menos eso era lo que decía Felipe II.
- ¿ Y quién tiene razón?
- Hombre, no sé, pero supongo que habrá habido algo de todo.
- ¿ Cómo de todo? -pregunta Fernando que no se entera de nada.
- ¿ Y por qué le llamaron Invencible? -pregunta, al mismo tiempo, Pablo.
- Bueno, lo de Invencible debe ser fruto de la fina ironía inglesa.
- ¿Cómo ironía? -vuelve a preguntar Fernando.
- Cachondeo, hombre, cachondeo por habernos ganado -explica Pablo con lenguaje convincente.

- ¿ Y sabéis quién había enviado la Armada Invencible?
- Sí. Felipe II -contesta Pablo.
- ¿ Pero, a qué no sabes contra quién? A ver..., ¿quién era Isabel I de Inglaterra...?

Viaja con nosotros

--


Viaja con nosotros
si quieres gozar,
y disfruta
de todas las cosas
que te vamos a mostrar...

-

The Pride of Bilbao

-

Ahora, a las diez de la mañana, estamos sentados en una de las salas de la cubierta siete. Las olas laterales hacen que el Pride of Bilbao se columpie vivamente. La brisa atlántica refresca hasta tal punto que casi hace frío, al menos hace fresco. Mariló tiene los brazos cruzados sobre el pecho... pronto reclamará algo de abrigo. Los niños están descubriendo el barco.

- ¿Podemos subir a la otra cubierta? -pregunta Fernando.
- ¿Puedo comprarme una Coca Cola? -pregunta Pablo.
- ¿Podemos ir a la piscina?
- ¿Podemos ir a la sala de maquinitas?

Bajamos al camarote 5719. Después de coger bañadores y toallas, los niños se fueron a la piscina. Mariló y yo nos volvimos a cubierta. Nos sentamos y empezamos a hablar de las comidas:

- ¡Madre mía, como en Inglaterra no se coma mejor que aquí en el barco...!

El asunto era preocupante. Una gran patata con la piel a la que se le podían añadir frijoles o mantequilla. Y luego pasteles, muchos pasteles. La cena la habíamos superado con esos medios sándwiches triangulares que vienen en sus correspondientes cajitas de plástico y que se venden en partidos de fútbol y eventos similares. Dentro solo un poco de lechuga y algo de jamón-York: era modelo único.

- ¿Y los niños?
- Supongo que bien. ¿Quieres que bajemos?

La piscina, situada en una de las plantas más bajas, era más bien pequeña. Había, también una mini piscina para los más pequeños y un jacuzzi. Lógicamente los niños estaban disfrutando de lo lindo... especialmente pensando en que todo aquello ocurría en un barco. Los mirábamos con ojos de padres...
Sí, son nuestros hijos. El uno todo lo ve en plural; el otro todo en singular. Los dos son maravillosos... ¡pero son tan distintos...!

Pablo es el mayor y con catorce años es ya un niño adulto. Es un poco distraído. De pequeño se nos dormía en todas partes: en el Corte Inglés mientras comprabas una corbata o en plena calle mientras comprabas el pan. A los cuatro años conocía todas las marcas de coches. Venía una vez en un taxi con su madre desde la guardería y se entretenía en recitar la marca de todos los coches que pasaban. El taxista estaba un poco mosca.

- ¡Oiga! ¿Cuantos años tiene? -preguntó sorprendido.
- Cuatro -contestó su madre.
- ¿Y ya sabe leer? -dijo aún más extrañado.
- ¡Qué va! Si lo dice por las marcas de los coches... es que se conoce los logotipos.
- ¡Jo...! ¿Su padre será ingeniero, no?

Ahora Pablo se dedica a leer: en el último año leyó sesenta y dos libros o, lo que es lo mismo, 17.500 páginas. ¿Hay quién dé más? Cuando sea mayor tal vez será ingeniero o, quien sabe, hasta puede que sea médico y contribuya a mejorar la vida de los diabéticos, su propia vida...

Fernando es más sociable, más comunicativo, más imaginativo. Tiene diez años y por algo es el más pequeño. Siempre me acuerdo de esta anécdota, increíble pero cierta, de cuando tenía cuatro años:

Eran las tres de la tarde de uno de esos días de Julio en que el Sol quema en la espalda. Acababa de recogerlo en la guardería y volvíamos andando hacia casa. De pronto, entre sudores, miró al cielo, al sol, y me dijo:

- Papá, ahora en Galicia es de noche.
- ¿Por qué, hijo?
- ¡Hombre... -y, orgulloso de su deducción, continuó- hay un solo Sol... y está aquí...!

Fernando es, también, más activo, más deportista. Cuando le limitas el número de niños a los que puede invitar a su cumpleaños, siempre se pasa:

- A éstos tengo que invitarlos porque son mis amigos, a éstos tengo que invitarlos porque me invitaron al suyo...
- ¿y a éstos?
- Bueno... es que... ¡a éstos no los invita nadie!

Quisiera decir muchas más cosas de mis hijos pero, claro, resultaría pesado. De todos modos ya los iréis conociendo mejor.

No, por supuesto que no me olvido. Mariló está aquí, a mi lado, sentada, mirando absorta hacia la piscina. La tensión del viaje le cansará más que a todos nosotros, es la que sufre por todos, la que se preocupa. Es, también, la más trabajadora de todos y, si no fuera porque a lo mejor se entera, podría decir que sufre un poco la desgracia de tener tres hombres en casa en una época en que el machismo no está superado más que conceptualmente. Pero, por supuesto, esta vez, una vez más, todos hemos prometido que no habrá escaqueos. Será así porque, de lo contrario, ¿quién iba a escribir las notas históricas que ella ha prometido escribir?

Es ya la hora de comer. Antes de dirigirnos al restaurante, echamos una mirada por la borda...pero no, aun no se divisa tierra. Unos pasteles de carne, una ensalada... es todo. La comida no es buena, pero tampoco cara: veintiséis libras. Desde el comedor, seguimos oteando el horizonte. De pronto, un ligero alboroto anuncia que Inglaterra está a la vista... Pero son sólo las dos y media de la tarde y la llegada no está prevista hasta después de las seis, así que aún falta.

Los niños se levantan.

- ¿Podemos irnos?
- ¿A dónde?
- A jugar al ping-pong. Tenemos reserva para las dos y media...
- Bueno. Pero no os vayáis de allí.
- Vale. Bueno, si no estamos allí nos buscáis el la sala de "game-boys" que está al lado - y desaparecieron.

Mariló y yo seguimos en silencio. Debajo de nosotros, en la bodega, viaja nuestra segunda casa a la que, por abreviar, llamaremos AC. Sí, es una autocaravana, con posibilidad para seis plazas, aunque para ello es necesario convertir en cama la mesa de comer. Ciertamente, con sus 610 cm. de largo, sus 230 cm. de ancho y sus 300 cm. de alto no es precisamente un utilitario pero, sin duda, es más práctica.

- ¡A ver qué tal lo de conducir por la izquierda...!
- Supongo que será el primer día...
-
Poco a poco nos acercamos a Portmouth. El ferry ha girado hacia la izquierda y ya tenemos costa inglesa a los dos costados. Seguimos avanzando hacia la boca del gran estuario en cuyo fondo está Southampton. Podemos ver la isla de Wight mientras que, al otro lado, ya se divisan los primeros muelles de ferrys que van a acogernos.

- ¿Todo irá bien?
- Todo irá bien.
- ¿Cómo se comportará nuestra minicasa?
- Bien. Seguro.

Juntos, nosotros y ella, esperamos recorrer y descubrir, durante un mes, una parte de la Gran Bretaña. ¿Nos acompañas?
The Pride of Bilbao

Ayer tuve un sueño

-





La una. El trasbordador de Deusto inicia su viaje. El calor del sol de mediodía es mitigado por una leve brisa marina que resulta agradable. Dentro de la AC, sin embargo, el calor es húmedo y asfixiante.

- Tres más y ya nos toca -comenta Pablo.
- ¿Podemos bajarnos? -dice Fernando.

Vamos avanzando esos metros que nos cede cada uno de los vehículos que penetra en la amplia barriga del Ferry. El nerviosismo aumenta: ¿cabremos? ¡Ya nos toca!

- ¿Cuanto miden? -pregunta un mozo.
- Dos noventa -contesto preocupado mientras sigo avanzando lentamente.
- ¡Déle...! ¡Déle...! -Me dicen desde un lado.
- ¡Para! ¡Para! -Chilla Mariló.
- ¡Oiga..., esto mide más de tres metros! ¡No podrá entrar!

Me limpio el sudor con un brazo. ¿Qué hago? Creí que cabríamos... Cierto que la AC es un poco más alta pero... ¡las ruedas están en el suelo!

- ¿Seguro que no tiene más altura? -grita alguien a quien no veo.
- ¡Déle pa tras -grita otro experto al mismo tiempo.
- ¡No. Dos noventa, dos noventa... y mire Vd. las ruedas! -afirmo yo, no muy convencido, mientras intento retroceder un poco para repetir el intento por una zona más a la izquierda.
- ¡Espere! -dice uno.
- ¡Quítele un poco más de aire a las ruedas! -ordena otro.
- ¡No... si ya te lo decía yo! -apostilla Mariló.

Debía ser mentira. Lo de la brisa, quiero decir. Tampoco fuera podía correr brisa alguna. Desde luego, aquí no.

- ¿Qué pasa? -grita uno que parece ser más jefe.
- Este... ¡qué no cabe! -le contestan.

Era el tercer intento. Instintivamente encogíamos las cabezas...

- ¡Déle...! ¡Déle...!

Un cierto alivio... Un poco más y habremos entrado...

- ¡Más...! ¡Más...! ¡Déle más...!

Me desperté. Tenía la cabeza embotada. El barco se movía bastante. Estaba muy oscuro y eso que una pequeña luz de emergencia permanecía encendida. Mariló dormía en la litera de al lado, los niños en las superiores. ¡Qué horrible pesadilla...!

Me di la vuelta y me dormí nuevamente...

 
Búsqueda personalizada